Muchas pruebas y un solo acusado

almonte | continúa la fase de instrucción del caso

Los informes periciales presentados por la acusación particular señalan a Francisco Javier Medina como autor del doble asesinato de Miguel Ángel Domínguez y su hija María

Agentes de la Guardia Civil, frente a la vivienda en la que se produjo el crimen en la primavera del 2013.
Carlos López Almonte

03 de enero 2016 - 05:01

La fase de instrucción judicial abierta por los asesinatos de Miguel Ángel Domínguez y su hija María el 27 de abril de 2104 enfila su recta final. En este periodo han cobrado especial protagonismo los informes de la acusación particular que ponen contra las cuerdas a Francisco Javier Medina, único imputado por un doble crimen que conmocionó al municipio de Almonte. Su defensa, de momento, guarda silencio.

El acusado, que siempre ha mantenido su inocencia, tiene en su contra un rosario de pruebas que no se circunscriben únicamente al ADN que contenía las toallas del baño halladas en el piso de la Avenida de los Reyes, donde se materializó el brutal asesinato del padre y su hija. La acusación particular, de la mano del perito e investigador Juan José Hellín, ha ido reconstruyendo los acontecimientos del 27 de abril de 2013 y aprovisionándose de pruebas que ponen en una difícil tesitura la defensa del joven almonteño, pareja (cuanto tuvieron lugar los acontecimientos) de Marianela Olmedo, esposa y madre de las víctimas.

Una de las claves para desentrañar el nudo de la investigación fue el testimonio de la familia que residía contigua al piso donde se produjo el luctuoso suceso. El vástago menor ofreció la primera pista determinante de la investigación, al declarar a la UCO que el perfil del supuesto asesino por su tono, modulación y acento era inequívocamente natural de Almonte y que se conocían entre ellos. Frases antes de la pelea: "Hijo de puta, que haces aquí me tienes harto, lárgate de aquí, estoy cansado, cállate ya", así lo confirmarían.

Todas estas pruebas van reconstruyendo el perfil del asesino y, hasta este momento, el retrato coincide con el del detenido. Francisco Javier podría tener un móvil para acabar con la vida de Miguel Ángel Domínguez, las herramientas para perpetrar un crimen de esta naturaleza y acceso a las llaves del piso que le garantizarían una vía de evacuación para huir sin dejar rastro. Son los jueces de la Audiencia Provincial, que ratificaron la prisión provisional, quienes apuntarían a que Medina "mantenía una relación sentimental con Marianela desde hacía 5 años", lo que "le habría permitido hacerse con una copia de la llave de la vivienda".

Los efectivos de la Guardia Civil constataron que la cerradura no presentaba signo alguno de violencia y descartaron el uso de forzamientos o ganzúas, si bien dejaron abierta la posibilidad del uso de una radiografía u utensilio que le permitiera abrir desde el exterior en caso de que la puerta únicamente estuviera encajada. Para estrechar el cerco y cerrar otras hipótesis, el criminalista de la acusación realizó una pericial en la que concluye la imposibilidad de utilizar esta técnica, puesto que la propia construcción de la puerta y el marco lo impide.

La otra pata del trabajo pericial desarrollado ha sido el examen de los restos de sangre hallados en muebles, paredes y electrodomésticos, los cuales representan uno de los modelos más fidedignos para reconstruir la escena de un crimen. En este campo ha trabajado de forma minuciosa la acusación particular, para concluir que el asesino conocía el piso donde tuvieron lugar los hechos. En los informes a los que ha tenido acceso Huelva Información se cita que cuando el asesino accede al baño principal, "lleva las dos manos empapadas de sangre", como demuestran las gotas que gotean del guante que portaba. "Con su mano derecha se dirige al interruptor de luz, pero no gira el cuerpo hacia ese lado, ya que el rastro del goteo de su mano izquierda se mantiene firme en la misma dirección", un elemento que para el perito "indica que el autor conocía perfectamente el lugar en el que se ubicaba la llave de luz".

Otro elemento clave son las zapatillas. Las pisadas que dejó el autor del doble crimen corresponderían hipotéticamente a alguien que calza unas zapatillas del 44,5. La defensa se aferra a este detalle para justificar que Medina no estuvo aquella noche de autos en el piso de Miguel Ángel.

Sin embargo, la sangre dejó suficientes indicios para poner en cuarentena esta afirmación. Al menos así lo sostiene otro de los informes del perito de la acusación, que certifica que en ninguna de las huellas dejadas por el asesino a lo largo de las distintas dependencias del piso aparecen con detalle el tacón. En algunos casos se notaba muy poco presionado, pero nunca la huella completa". Ello no concordaría con alguien que se ha visto sometido a una lucha y un intenso forcejeo. Por otra parte, en la vivienda del acusado se encontraron unas zapatillas que casan con el modelo utilizado aquella noche. A este hallazgo la defensa alegó que pertenecían a su hermano y que se trata de modelo comercial muy común.

La sangre también delató que el autor del crimen portó un cuchillo industrial. El propio perito desarrolló en la sede judicial y en presencia de todas las partes un examen exhaustivo a la toalla, que reveló que se "trataba de un cuchillo con punta angulosa y con una medidas que son coincidentes con las establecidas por los médicos forenses que practicaron las dos autopsias".

El último de los informes que será una de las principales pruebas de cargo se corresponde con el hecho de que las huellas de sangre halladas en el interruptor de la luz (y en sus alrededores) del baño de la habitación fueron producidas por la mano de una persona que portaba unos guantes similares al modelo que la Guardia Civil intervino en la taquilla del establecimiento en el que trabajaba Medina.

La ciencia forense indica que el interruptor de luz del baño contenía cinco manchas de sangre que corresponden a una mano izquierda, cuyo dedo pulgar, en su primera falange, presenta un refuerzo de pvc en forma de cuadrado y en uno de sus lados es curvo, como los que se suministran a los empleados del supermercado donde trabaja el acusado.

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