Gente de aquí y allá

José Miguel Bel Martínez, 'Belillo'

  • Ejerció la Topografía en el Instituto Geográfico Nacional en Madrid y dirigió la construcción de vértices geodésicos por España

José Miguel Bel, el protagonista de hoy en ‘Gente de aquí y allá’.

José Miguel Bel, el protagonista de hoy en ‘Gente de aquí y allá’. / M. G. (Huelva)

Escribo de personas importantes y relevantes, la mayoría de Punta Umbría y de Huelva. Pero también de gente sencilla y de gente que, sin ser de estas tierras del sur, han hecho cosas dignas de resaltar. Por eso hoy traigo a estas páginas a mi gran amigo José Miguel Bel, más conocido como Belillo, haciendo honor a su tamaño. Porque siendo un gran hombre, es pequeño de estatura.

José Miguel es ingeniero técnico en Topografía, pero a pesar de haber estudiado la misma carrera, no fuimos compañeros de estudios. En principio eso era lo único que nos unía, pero no tardamos mucho tiempo en conocernos y fraguar una gran y enorme amistad que ya perdura para siempre como si fuese de toda la vida.

Yo solo lo conocía por sus escritos, ya que escribía mucho en las revistas especializadas en topografía y cartografía sobre temas divulgativos. Y se le daba también escribir que ganaba premios por ello. E incluso un artículo suyo titulado “El Cero” dio para hacer una película. Trataba de la Isla del Hierro, en Canarias, cuando allí estaba el Meridiano Cero, antes de cambiarse a Greenwich. Es un cortometraje muy emotivo y que recomiendo que se hagan con él para poder disfrutar.

También me entusiasmé leyendo las anécdotas de la compañera Paca Broncano. Nadie sabía que en realidad era él, que utilizaba ese seudónimo. Lo pasábamos muy bien leyendo lo que le pasaba a una mujer topógrafa en el campo, en las obras, en un mundo que, por su dureza, parecía por aquel entonces que estaba diseñado solo para los hombres.

Y por fin llegó la hora de conocerlo. Él se apuntó a unos encuentros que los compañeros de mi promoción hacemos todos los años por toda España. Cada topógrafo organiza en su ciudad una reunión y le ponemos de nombre algo relacionado con el lugar precedido de “topo”. Por ejemplo, la que hicimos en Barcelona fue la “Toposardana”; en Zaragoza fue la “Topojota”; en Huelva hicimos la “Topogamba”; y así por todo el territorio español. De esta forma llevamos más de diez reuniones y a todas ella viene Belillo que, sin ser de nuestra promoción, demuestra su calidad humana siendo amigo y muy querido por todos. Todo un lujo para mi promoción poder contar con él y con su encantadora esposa Lydia.

Ya desde entonces Belillo y yo tenemos una amistad casi de hermanos. Mi esposa y yo, cada vez que vamos a Madrid, los llamamos para vernos y tener una comida junto a ellos.

También fuimos a Madrid a ver el estreno de una película muy buena titulada “La Isla del Viento”, donde nuestro amigo trabajaba haciendo el papel del obispo de Salamanca y arzobispo primado de Toledo Enrique Plá y Deniel. La película trataba sobre Miguel de Unamuno en su destierro a la isla canaria de Fuerteventura después de aquel célebre “Venceréis, pero no convenceréis”, interpretado por el gran actor onubense José Luis Gómez. José Miguel nos había invitado y, a decir verdad, no podían haber escogido a otro mejor que mi amigo, ya que, viendo fotos de aquella autoridad eclesiástica, son iguales.

Como ya he dicho, a mi amigo Belillo le gusta mucho escribir y además lo hace muy bien. Ha escrito varios libros, a cuál mejor, e incluso uno quedó finalista en IV certamen de novela “Ciudad de Almería”. Yo he tenido el placer de leerlo y disfrutar de él. Trata de cuando el Rey Carlos III ordenó el traslado de 6.000 colonos alemanes a tres pueblos andaluces recién creados: La Carlota, La Luisiana y La Carolina. El libro se llama “Las alas del albatros”, es muy ameno y, pese a ser una novela, está cargado de historia real. Otro muy bonito e interesante es el llamado “La leyenda de Gastón el navegante”, que encantará a los aficionados a la náutica y a la navegación, y los que no también, porque es un verdadero placer leerlo. También leí, y debo confesar que lo pasé muy bien con su lectura, “Historias de un topógrafo de campo”, en el que me vi reflejado muchas veces. Lo mismo me pasó con “Recuerdos de la mili en Talarn”, aunque yo la hice en Cerro Muriano, pero a fin de cuenta es prácticamente igual porque hacíamos lo mismo estuviésemos en un cuartel o en otro.

Pero en su vida profesional también destacó. Ejerció la Topografía en el Instituto Geográfico Nacional en Madrid y una de sus misiones principales fue dirigir la construcción de vértices geodésicos por toda España. Luego tuvo que hacer algo que es más difícil, “observarlos”, cuestión que se hacía con teodolitos de alta precisión, ya que las coordenadas de estos vértices deben tener una exactitud máxima porque después van a ser utilizadas por miles de topógrafos. Recuerdo una de nuestras reuniones, la que llamamos “Topobellota” y que fue en Zafra. Allí hay una sierra muy bonita al oeste de la población que se llama “Sierra del Castellar” y en ella hay un vértice llamado igual que la sierra, “Castellar”, que había sido construido y observado por nuestro compañero José Miguel. Y allí mismo, sobre el terreno, nos dio a todos una lección magistral sobre las dificultades y sufrimientos que pasaron para subir el material hasta el punto más alto y observarlo en días de mucho calor. Pero él es un profesional muy preparado para resistir todas las inclemencias del tiempo.

Cuando llegan sus vacaciones se va al mar, que es otra de sus pasiones, navegar y navegar. Para eso tiene el título de capitán de yates.

En definitiva, que a mi amigo Belillo se le podría también llamar “Belazo”, porque es muy grande en todo y sobre todo en su calidad humana, que es inconmensurable. De hecho, no conozco a nadie en la profesión que haya hablado nunca nada negativo de él, sino todo lo contario, todo son halagos. José Miguel Bel Martínez es una persona muy querida y yo, particularmente, lo quiero mucho desde el primer día que lo conocí. Por eso tenía esta deuda de escribir sobre él, por ser de los mejores topógrafos de España y toda una referencia.

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