alosno | fiestas patronales

Cascabeles por San Juan

  • El municipio alosnero celebra con una danza ancestral la procesión del santo por sus calles

  • Los cascabeleros atraen cada año a muchos visitantes

Mientras en numerosas playas de la provincia aún quedaban los rescoldos de las hogueras de la noche más corta del año, a tan sólo 50 kilómetros de la costa onubense, en pleno centro del Andévalo, en Alosno, sus vecinos y cientos de visitantes se aferraban desde muy temprano a una de sus más arraigadas y ancestrales celebraciones. Pese a estar íntimamente ligada al solsticio de verano, en este municipio se caracteriza, además, por la singularidad de sus principales ingredientes: la danza de los cascabeleros y la veneración al patrón del municipio, San Juan Bautista.

Sin hogueras, aunque acompañados por el fuego de los cientos de cohetes que con el alba anunciaban el inicio de los momentos más álgidos de esta peculiar fiesta, cientos de alosneros vivieron un año más con intensidad la ejecución de las tradicionales danzas de los cascabeleros (cuyo paso más conocido es el de la folía) y el fandango parao o reñío (que marca el cierre definitivo de la fiesta), así como la procesión por las empedradas calles del municipio de la imagen del patrón tras salir a las diez de la mañana de la iglesia de Santa María de Gracia, a la que regresó tras un recorrido de unas cuatro horas.

El fandango 'parao' o 'reñío', ejecutado por parejas, marca el final de la fiesta en la plaza

La mágica noche de San Juan se inició para los alosneros mucho antes, cuando a las 4:45 de la madrugada se abrieron las puertas de la iglesia para la recogida de almohadillas por los nuevos costaleros del paso del patrón.

Minutos después, a las 5:00, se procedió al inicio de la Alborá, en la que partiendo desde la casa de la hermandad, sus responsables fueron recogiendo a todos los hermanos de ésta por las calles de Alosno. En cada parada, y como marca la tradición, la comitiva fue invitada a dulces, aguardiente y los típicos aguaíllos (también aguardiente, pero rebajado con mucha agua). A las siete y media, coincidiendo con el último toque de la Alborá, todos se reunieron de nuevo frente a la casa de la hermandad para recibir la salida del sol con la ejecución, en la modalidad de coro, del baile de los cascabeleros.

Eran los prolegómenos del momento más esperado de la fiesta, cuando a las diez de la mañana la imagen del patrón y alcalde perpetuo del municipio iniciaba un año más su solemne procesión, acompañado por el pueblo de Alosno y por los cascabeleros, que no pararon de ejecutar su ritual danza (esta vez en la modalidad de marcha o paso) durante las cerca de cuatro horas de procesión, con algunas paradas para ejecutar ocasionalmente el otro famoso paso o mudanza de la danza: la folía.

El fervor popular hacia San Juan Bautista fue creciendo en todos y cada uno de los rincones por donde su imagen iba pasando acompañada por una verdadera marea humana, que este año ha sido mayor por coincidir en sábado.

Con el paso de las horas también fue aumentando la temperatura, hasta el punto de que numerosos vecinos y familiares abanicaban o lanzaban agua pulverizada tanto sobre los costaleros del paso como a los danzaores, a fin de evitar en todo lo posible cualquier golpe de calor.

Sobre las 14:00, la procesión llegó de nuevo a la iglesia, donde se ofició una multitudinaria misa tras la que los alosneros despidieron a su patrón con la ejecución, una vez más, de la danza de los cascabeleros, esta vez en coro, en el interior del templo, y con la participación de todos los que quisieron sumarse a los miembros que componen oficialmente el grupo de danzaores.

La despedida definitiva de la fiesta no llegó hasta que, una vez fuera de la iglesia, y junto al monumento al cascabelero de la plaza del Ayuntamiento, éstos ejecutaron, por parejas, una última danza: la del fandango parao o reñío.

Con esto y con la tradicional caldereta de San Juan, acompañada de la típica ensalada de pepinos que los alosneros degustaron a continuación, se puso fin a una fiesta que se inició una semana antes, y que su singularidad y características la hacen única.

Un fin de fiesta que marca además, para los alosneros, el inicio de la cuenta atrás para la edición del año que viene, cuando los devotos de San Juan se den cita una vez más en las puertas de la iglesia de Santa María de Gracia y junto a la fuente, en la que se puede leer en un azulejo: "Este año quiero ser / cascabelero valiente / de esos que van sonriendo / con el sudor por la frente / de esos que bailando dicen / que viva San Juan y mi gente / mi guitarra, mi fandango / y una copa de aguardiente".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios