La muerte de Caribú revela la dificultad de la especie para adaptarse
La alimentación del felino depende hasta un 90% de que haya conejos en la comarca.
No ha sido uno más. La muerte en julio de Caribú, el lince que, posiblemente, posea el dudoso honor de ser el más caro de la historia de la conservación, puso en juicio la labor de los responsables del proyecto comunitario LIFE, diseñado para recuperar la población del lince ibérico en Andalucía, y fundamentalmente en el Espacio Natural de Doñana.
Caribú fue capturado en el año 2008 en Sierra Morena al objeto de reintroducirlo en Doñana y mejorar con ello la variabilidad genética de la especie y, por ende, para frenar la predisposición a sufrir enfermedades dada su elevada consanguinidad.
Tras contrastar la salud del felino se le dotó de un collar con GPS para cerciorarse de su posición y poder conocer en todo momento sus movimientos, determinando así su zona de caza, apareamiento, corredores naturales y un largo etcétera. En noviembre y con motivo del periodo del celo fue invitado a un plácido periodo de adaptación en un cercado construido a orillas de la laguna de Santa Olalla, hasta que posteriormente huyo tras la llegada de un congénere.
La odisea del lince no acabaría tras ser nuevamente aprisionado junto al centro de cría en cautividad de linces de El Acebuche y ser devuelto a Doñana. El escurridizo animal fue capaz de cubrir en solitario centenares de kilómetros a lo largo del Norte de Huelva, movido por la necesidad de buscar alimentos o, quizás, por encontrarse desorientado en un periplo que le llevó hasta Portugal. Nuevamente 'arrestado' se le colocó un nuevo transmisor GPS, pero la inanición acabó con su vida un 18 de septiembre.
La diezmada población de conejos en Doñana, principalmente a consecuencia de enfermedades como la mixomatosis, continúa siendo el sempiterno problema que acecha al lince.
El representante de WWF/Adena, Luis Suárez, ha subrayado la necesidad de llevar a cabo planes de gestión del conejo que den un giro a dicha situación y garanticen al lince un alimento que le reporta entre el 80% y el 90% de su alimentación. El resto se compone de pequeños mamíferos y aves, entre ellas patos durante el periodo comprendido entre los meses de marzo y mayo.
En base a ello los ecologistas abogan "por estudiar medidas como un cambio en el periodo de veda del conejo", al recordar que la actividad cinegética tiene por fin un control de la especie, por lo que quizás sería conveniente que en el entorno de Doñana sólo se autorizase su caza en momentos puntuales.
Según los expertos, reducir los problemas de esta especie únicamente a la escasez de conejo es una actitud simplista. Los críticos, por el contrario, detallan que el área de protección de Doñana no ha dejado de aumentar y con ello su hábitat, por lo que habrá que buscar los culpables en otros terrenos.
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