España no se merece esta situación

EDITORIAL

Pedro Sánchez preside a partir de ahora un Gobierno sin rumbo, cercado por acusaciones de corrupción y al borde del colapso. Las revelaciones de la Guardia Civil sobre la trama de cobro de mordidas a cambio de la adjudicación de obras públicas en la que Santos Cerdán, mano derecha de Sánchez en el PSOE, tiene una activísima participación suponen un salto cualitativo en una escalada que parece no tener fin. También la comparecencia, teñida de patetismo, en la que el propio Sánchez pidió perdón a los ciudadanos, pero descartó asumir ninguna responsabilidad personal o convocar elecciones anticipadas, supone que la legislatura entra en una nueva fase marcada por la precariedad y la incertidumbre. Nadie duda que en los próximos días y semanas continuarán conociéndose datos sobre presuntas prácticas corruptas de personas muy próximas al núcleo del Gobierno y del PSOE y que esta circunstancia conducirá a los socialistas a encastillarse en una defensa imposible. El tiempo que quede hasta que los españoles sean llamados a las urnas va a ser un calvario para Sánchez, que, sin embargo, va a intentar aferrarse al poder a toda costa. España no se merece aguantar durante dos largos años este escenario. El país disfruta de una situación económica que se puede calificar de buena y cuenta con una sociedad civil moderna y activa. Es la política, en la peor acepción del término, la que proyecta una imagen de fracaso que distorsiona el panorama. La polarización, la crispación y, sobre todo, el hecho de que se estén dando a conocer comportamientos de una gravedad extrema exigen una respuesta que, desgraciadamente, el presidente del Gobierno no ha ofrecido. Tampoco la oposición es capaz de presentar una alternativa por su incapacidad para romper el sistema de alianzas parlamentarias de Sánchez y presentar una moción de censura. El deterioro de la situación política tiene pocos precedentes en la España democrática y, además, lo agrava el hecho de que esté metida, hasta que hablen las urnas, en un callejón sin salida.

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