Algo muy parecido a una yincana es lo que tienen que realizar los usuarios del Centro de Salud Adoratrices, de Huelva. Todo comienza con las largas colas que tienen que hacer para solicitar una consulta presencial con el médico de Atención Primaria, algunos ciudadanos prefieren madrugar y se desplazan hasta las instalaciones sanitarias mucho antes de las ocho de la mañana, hora de apertura del centro, para ser de los primeros en ser atendidos por el personal administrativo en el mostrador de la zona de recepción.

Tras horas de pie en la cola, en plena calle, tanto en verano como en invierno, cuando llegan sus respectivos turnos, se encuentran que tienen que esperar hasta quince días para que los vea su médico de cabecera. Superada la primera prueba, aunque a medias, siempre se espera obtener una cita médica en plazo, algo que como no se vaya de urgencia es casi misión imposible, la siguiente prueba es localizar la consulta en la que le toca ese día a su médico, ya que hay algunos profesionales sanitarios que no permanecen de lunes a viernes en la misma.

Hay días de la semana en los que estos médicos se ven obligados a cambiar de estancia en el centro sanitario y en vez de en su consulta habitual tienen que atender a sus pacientes en otras dependencias ubicadas tanto en la otra ala de la primera planta como en la planta sótano del edificio. Parece que a la administración sanitaria le gusta jugar al despiste con los usuarios del centro de salud. Ésta argumentará que cuando se da la cita se indica también la consulta, pero el usuario tiende a acudir siempre a la habitual, es lo lógico. No es cuestión de marear a pacientes y médicos con este continuo cambio de un lugar a otro de las instalaciones.

Hay pacientes que llegan con tiempo a la consulta, ajenos a los cambios de ubicación de los médicos, suele ocurrir con las personas mayores, se sientan en la zona de estancia y se relajan esperando a que llegue la hora de su cita pero cuando ésta va llegando se dan cuenta que el profesional sanitario que está en el interior de la sala no es el que le corresponde y, tras preguntar e informarse, no les queda otra que levantarse a toda prisa -aquí empieza la siguiente prueba de la yincana- y buscar la otra consulta. Puede que con tanto desconcierto se les haya pasado hasta la hora, y la siguiente prueba es intentar convencer a los otros usuarios que les dejen pasar a la consulta.

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