Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

La violación es un buen tema

Si algo distingue en cierta medida a las personas de los animales es el tabú; una prohibición de carácter social

Supe de la película mientras orientaba este artículo: La pequeña, Louis Malle, 1978, con Brooke Shields, Susan Sarandon y Keith Carradine. Sarandon es prostituta, Carradine es un fotógrafo que indaga en lo puro y lo salvaje que conlleva la prostitución. Brooke es la hija de la profesional. Una menor, que acaba siendo objeto de fascinación del fotógrafo, como su madre: cine francés, libertad de expresión; el arte no viola. El asunto es que se trata de una niña de doce años. Brooke renegó de haberla rodado; y de su puta madre, que la cedió para el film. Como te quiere una madre... Según.

Si algo distingue en cierta medida a las personas de los animales es el tabú; una prohibición de carácter social, además de, en el caso del sexo con menores o parientes, ser una vía de higiene y protección social. Hace poco -otra vez más- una manada de niños inimputables y de adolescentes menores de edad aterrorizaron y violaron a una niña. No era una película. Yo ajusticiaría en plaza pública a los depredadores sexuales. Entre otras cosas, porque su desviación no tiene remedio. A esos niños de cualquier raza, pandilleros de descampado, ¿cabe recuperarlos para algo?: es probable que algunos de ellos se dejaran llevar por otros canallas dominantes, cuando destrozaban el futuro de una niña.

Uno de los temas de la campaña electoral sucesiva que se nos viene es la barbarie de las manadas de chavales que violan o abusan -¿le parece a usted poco abusar?- de mujeres, en algunos casos niñas impúberes, o disminuidas en sus capacidades mentales. Si no hace falta decir que la inmensa mayoría de los hombres NO son violadores, sí hace falta recordar que la violación es cosa de hombres. Algo nos pasa entre las piernas, aunque algunos impotentes mentales se ponen panza arriba ante un hecho incontestable. Si es amargante que haya mujeres odiosas que han hecho causa de casi cualquier acercamiento sexual, más vomitivo resulta que haya hombres que niegan la evidencia.

Dentro de ese leit motiv que irrumpe en la campaña, la violación y, en concreto, la de jóvenes a niñas, debe llevarnos a cuestionarnos cómo es tan asequible ver porno desde pequeñitos. Como beber vino, nada tiene que ver el hacerlo a los diez que a los cuarenta y con regularidad. Sin hacer hipocresía: el porno es más bien cosa de hombres, y no hay barreras para acceder a ello en el ordenador o el móvil. Las inocentes víctimas de las jaurías de hombres, de hombres execrables y de cualquier edad, hubieran agradecido menos libertad a tiro de clic.

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