La otra orilla

VÍCTOR RODRÍGUEZ

La vía telemática

La pandemia ha sido una gran excusa para cerrar muchas puertas a toda esa gente que tiene el derecho a informarse

Mi amigo Pablo es senegalés y se gana la vida vendiendo en mercadillos ambulantes, tiene dos niñas pequeñas y no tiene ordenador. Ahora que ha llegado el período de matriculación de sus hijas en el colegio me pidió ayuda para que le tramitara la plaza escolar del próximo curso, yo sí tengo ordenador con internet. Imagino la cantidad de familias con pocos recursos que habrán tenido que reinventarse para poder cumplir con un requisito tan básico como que tus hijos puedan ir al colegio.

Llevamos ya casi dos meses sin estado de alarma y algunas administraciones y servicios públicos aún no se han enterado que contar con una atención presencial es un derecho básico de la ciudadanía. Se puede llegar a pensar que la pandemia ha sido una gran excusa para cerrar muchas puertas a toda esa gente que tiene todo el derecho a informarse, tramitar o demandar atención. Hay delegaciones provinciales que parecen discotecas, por la cantidad de guardias jurados que hay en su puerta. La relación alternativa, la de internet o la llamada telefónica no es ninguna solución. Llamar o recibir una llamada de un teléfono desconocido se ha convertido en una experiencia hostil. Tanto se ha abusado de la llamada comercial, de la estafa, de la venta a deshoras, que la gente desconfía de cualquiera que esté al otro lado, eso, si hay alguien que de verdad te atienda. La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía ha lanzado una campaña de denuncia el abandono que sufre la población más excluida y el colapso de los Servicios Sociales en Andalucía, ahora que es cuando más falta hace, existen muchas trabas para que quien más necesita ayuda, la pueda recibir.

La Unión Europea acaba de aprobar el plan de los fondos de recuperación económica para España, los bancos y grandes compañías se están frotando las manos, comienza el mercadeo de favores políticos y de intereses partidistas, mientras el resto, la gente de la calle, no tiene ni idea de a donde va a ir a parar tan ingente cantidad de dinero. Lo que sí sabe es que la precariedad, la falta de infraestructuras y transporte público, el chabolismo de los asentamientos agrícolas, la pobreza energética, o la falta de oportunidades para los jóvenes, siguen ahí, año tras año. Ahora llegan nueve mil millones de euros, mucho dinero, pero ¿para quién? Si quiere esa información llame por teléfono y pulse o diga: uno, mientras… espere, en breve será atendido por la operadora.

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