Estaría bien que nuestros gastroturistas, nuestros magnos procesionantes, nuestros colombófilos, nuestra Huelvadeloscincuenta blanquinegra, o nuestros empresarios y políticas hermanados por Pentecostés... se dieran una vueltecita por Fuentepiña, la casa de campo de Juan Ramón Jiménez. Un sentimiento entre vergüenza, pena y asco será el premio a sus avideces turísticas.

Leo, asustado, que en el Centro García Lorca buscan casi 4 millones de euros, traspapelados en algunas gestiones; me imagino la cara de los trabajadores de la Fundación Zenobia-JRJiménez si vieran pasar un cheque de seis cifras por allí... ¡como si se les hubiera presentado Dios! 21,4 millones ha costado el edificio lorquiano en Granada y me parece muy bien, sea, Lorca es muy grande y mueve una barbaridad. Pero ¿qué ocurre con el resto de poetas andaluces, algunos, como Aleixandre, con su Nobel y todo? No he hecho la cuenta, pero si sumáramos lo que dedica la Junta genéricamente a Lorca en un año, la cifra sería como mínimo igual o mayor que la dedicada al resto de la literatura verdiblanca, ojalá me equivocara. No quiero que me piensen cayendo en el tópico de defender a JRJ comparándolo con Lorca, ole Lorca y la politiquería ágrafa que lo utiliza como mascarón de proa de una Cultura que desconocen. Quiero preguntar por qué JRJ siempre está hibernado para nuestros gestores. Conozco el asunto desde dentro y puedo decir que la gestión del Trienio Z-JRJ, que casi me costó la salud a mí y a algunos más, se malbarató por rencillas políticas internas del PSOE y el analfabetismo secular del PP cuando por fin se podía haber montado una infraestructura poderosa, digna y bien armada intelectualmente incluyendo a la Universidad, las instituciones públicas, la Fundación y, por entonces, los herederos, pero todo se fue al carajo, incluso muchas relaciones personales, eso sí, metáfora perfecta de la basura de este país: ¡por una estación de un AVE inexistente llamada Zenobia y diseñada por Calatrava! Las culpables tienen todas, todos, cargos más altos ahora.

Den una vuelta por Moguer, vean una Fundación bajo cero sostenida por el pundonor de sus trabajadores, y vayan a Fuentepiña, observen el abandono de la finca, vean las ramas secas del pino juanramoniano junto al casal, observen sus ventanas tapiadas, los ventanales rotos y los restos de su ocupación, la basura arrojada contra la fachada y los cristales de vidrios distintos tirados a la entrada que quizá pretendan evocar la montera de colores de la infancia del poeta, vean las meadas y cagadas, el cartel asaeteado por balas y tumbado por vándalos, los restos de hogueras en la terraza y los restos de ladrillos acullá.

Expropien ya. Ordenen aquello. Denle función cultural y educativa y turística. No enreden más. Ustedes son los responsables. Pobre JRJ...

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