Por montera
Mariló Montero
Vox y Quasimodo
Debo reconocer que vistas las circunstancias del día a día, cuesta mucho en fechas como las actuales resistirse a comentar evidencias de la actualidad, más aún si esos hechos considero pueden tener trascendencia futura para el equilibrio y el bienestar social.
Es, por ello, que anticipo mi felicitación navideña y mis deseos de salud y bienestar para los próximos tiempos aludiendo, aunque sea desde un cierto escepticismo, al resultado electoral extremeño y en especial, a algunos de sus protagonistas más directos.
Vaya por delante, el incuestionable argumento cuantitativo: las elecciones, han sido ganadas por la candidata Guardiola, pero esa certeza no puede ocultar, a mi juicio, errores rotundos en la estrategia seguida por la misma y sustentados por una personalidad peculiar que no deja al margen un aire populista instalado en una cierta impostura impropia de un partido liberal, con pretensiones de moderación demoscópica, lo que le lleva a un discurso agresivo contra quienes pueden serle necesarios en el objetivo de obtención del poder absoluto.
Ya en anterior elección, se pasó de frenada trazando una línea roja que hubo que tragarse tras el recuento electoral, pero lo grave es que ha reincidido y le es difícil corregirlo, por mucho que los números hayan sido victoriosos, aunque insuficientes para su objetivo real y motivo auténtico, pero mal calculado, del adelanto electoral.
Se le nota un aire de pretendida superioridad sobre su entorno y una falta de equilibrio con agresividad dialéctica desmedida frente al contrincante que puede ser cooperador necesario porque una vez superada la alegría momentánea del éxito, ha de “pasar por el aro” de modificar sus propias aseveraciones que, por otra parte, incomodan –aunque no lo digan- a sus superiores jerárquicos. Y es que una cosa es huir de los complejos ideológicos y otra, la prepotencia cuando se es dependiente de terceros, tal cuales son, en este caso, los votantes.
Así, desde “el nos roban la democracia” hasta su ausencia en el debate televisivo, son errores de parvulario electoral que no ha hecho más que engrandecer a quien pretendía minimizar generando un aumento de incompatibilidad entre dos espacios que podrían derribar el pretendido “muro sanchista”. Sus errores tácticos y dialécticos, opacan el fracaso sanchista. Mientras, ha vencido, pero no convencido.
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