Si dejamos aparte los primeros ferrocarriles mineros, la ciudad de Huelva no tuvo ninguna línea ferroviaria que la conectara con el exterior hasta el 15 de marzo de 1880. Ese día, con todas sus calles engalanadas, la banda de música alborotando y todas las autoridades políticas en vanguardia, se realizó el primer viaje del ferrocarril entre Sevilla y Huelva. Los onubenses de entonces pudieron ver cómo el primer tren procedente de aquella ciudad entraba en la flamante estación neomudéjar, como si estuviera rompiendo las barreras del tiempo y poniendo dirección al futuro y al progreso. Nunca tanto humo negro expulsado por una locomotora supo más a riqueza y civilización.
No era para menos. En aquellas fechas, dos trenes diarios de ida y vuelta unían las dos ciudades y permitían a Huelva conectar con otros destinos más lejanos. Cualquier día de la semana, uno podía tomar el tren de las 6:10 de la mañana, que era un tren correo, o el tren mixto que salía a las 3:15 de la tarde. El trayecto costaba 55,80 reales, si se viajaba en primera clase, pero podía reducirse a menos de la mitad, si se viajaba en tercera. Aquel milagro de la modernidad tardaba unas cuatro horas en realizar el trayecto, pero no debe olvidarse que, cumpliendo también la función de un cercanías, hacía paradas en San Juan, Niebla, Villarrasa, La Palma, Villalba y Escacena y debía transportar tanto personas como mercancías, que se cargaban y descargaban a cada paso. El esquema se replicaba en la vuelta.
Más de 140 años después, el tren de Huelva a Sevilla sigue teniendo prácticamente el mismo trazado incomprensible de la época, que determinaron las influencias caciquiles, las subvenciones de los ayuntamientos y las dificultades técnicas del momento. También mantiene casi los mismos horarios y poco menos que las mismas máquinas y vagones, a tenor de cómo cimbrea sobre los raíles. Los domingos se añade un tren a última hora, que se ahorran quitando uno del sábado (la web de Renfe dixit). Ironías de la vida: parece que solo hemos "ganado" en que ahora, hasta llegar a Santa Justa, son unos siete kilómetros más. Con una sola parada, el tren tarda 1 hora y 30 minutos. En otros casos, son 3 horas y 41 minutos. Aprovéchenlo, porque debe de ser todo un viaje a nuestro pasado.
Cerrados los ferrocarriles mineros y la línea a Ayamonte, Huelva tiene ahora menos conexiones férreas con el exterior que en el último cuarto del siglo XIX; las que tiene son relativamente peores que en aquellos años, y desde luego cuenta con muchísimos menos kilómetros de ferrocarril activos. Para compensarlo, saturamos las carreteras con vehículos particulares, autobuses y camiones, que esparcen a raudales su CO2. Así están las cosas. Y, luego, que los responsables de este despropósito no se rasguen las vestiduras por el despoblamiento, el desempleo y el cambio climático. A ver si es que, desde el siglo XIX, no solo hemos perdido trenes, sino también coeficiente intelectual.
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