Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
LA verdad es que la Semana Santa, que terminó ayer, no ha supuesto una tregua en la actividad política que le atribuimos a este periodo vacacional. Por supuesto, ayer, la salida a las calles de las imágenes de Jesucristo resucitado, no era precisamente un simbolismo del estado de ánimo que afecta a la mayoría de los ciudadanos. Sabemos que todavía nos quedan muchas jornadas dolorosas por vivir. Por una parte, los coletazos de unas cuentas presupuestarias, aprobadas precisamente el Viernes de Dolores -eso sí que es acertar en el día- han desatado una polémica política que no ha remitido a lo largo de la semana. De otra, la subida de la prima de riesgo española y la bajada de la Bolsa, que actúan como los platillos de las antiguas balanzas, es decir, que cuando una sube, la otra baja, han llevado una aflicción extra al personal, que cada día se fija más en estas cosas. Así que se imagina uno que muchos de los nazarenos, a los que la lluvia no les impidió hacer su desfile procesional, irían echando cuentas, más que entregados a penitentes pensamientos.
Esto, en cuanto al país en general porque, aquí en Andalucía, además de lo dicho, hemos ido siguiendo el desarrollo de esas negociaciones entre PSOE e IUCA, para llegar a un pacto que, de menor a mayor intensidad, podría ser de investidura, de legislatura o de gobierno. Porque, diga lo que diga, o haga lo que haga, Sánchez Gordillo, habrá pacto, ya que él es el único diputado de la izquierda más izquierda, dispuesto a romper la baraja, y eso todavía está por ver. Diego Valderas, al haber conseguido el doble de los escaños que tenía, ha consolidado un liderazgo que le da la autoridad interna suficiente como para que las bases, cuando les consulte, le den la respuesta que él prefiere, que no es otra que la de formar gobierno con los socialistas. Cierto que es consciente de los peligros que ese pacto conlleva, como también lo son muchos dirigentes del PSOE, para quienes tampoco es un plato de gusto. Pero fuera del poder hace mucho frío, y ellos se han asomado a la puerta abierta del congelador antes del 25-M.
En el lado del PP, Javier Arenas -justo es volver a decirlo- que es el único dirigente popular que ha sido capaz de ganar unas autonómicas andaluzas, aunque no le vaya a servir para gobernar, confirma su liderazgo, y será él mismo quien decida su propio futuro y el rumbo del partido, a corto y medio plazo. Tengo además la impresión de que, aparte de los movimientos tácticos de rigor, y alguna que otra sorpresa, Arenas espera con impaciencia esa sesión de investidura en las Cinco Llagas en la que, sabiendo que no va a ser el investido, tendrá la ocasión de hacer el discurso más hermoso de su vida. Continuará…
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