No hay tregua. Pensé que la Navidad era un momento para el descanso, para interrumpir las canalladas de cada día y de cada hora que vemos, oímos o sufrimos en esta pobre patria infeliz que habitamos. Pero nada de nada. El enemigo, conjuntamente o por separado, no cesa de hostigar a la nación española. Nos dice el catecismo centenario que los enemigos del alma son tres: el mundo, el demonio y la carne. Y tres son los enemigos que hoy acosan sin tregua a la Patria, hasta hacerla perder el equilibrio. España, Europa y las Autonomías. España, sí, una parte de España, no pocos españoles, demasiados, odian su patria. Esto es un fenómeno único en el mundo e incluso en la historia de la humanidad, que ya es decir. Odiar a su nación, a su tierra de nacimiento. Algo insólito pero es así. Freud no llegó ahí. Son aquellos que votan por opciones de comprobada ruina y muerte en cien partes del mundo, opciones de enfrentamiento que necesitan tener a la sociedad en un estado continuo de choque y de bandos para ellos poder existir y ganar algo a río revuelto, opciones ya fracasadas una y otra vez ante los pueblos y ante la historia. Pues en ello andamos. Disfruten de estos días, no coman mucho, porque a la vuelta de la Navidad se nos va a cortar la digestión.

Otro enemigo interior son las malditas autonomías. Diecisiete virreinatos con diecisiete virreyes que se reparten la nación a dentelladas. Algunos se las reparten maridándose con la violencia, la ilegalidad y con el terrorismo. No hay nación que sobreviva a esta clase de enemigos desde actitudes de debilidad y contemplación. Ley y orden constitucional hasta donde sea necesario y punto. Por muy oso que tú seas, una manada de lobos acabará siempre contigo. Claro está, si otros osos no te ayudan. Los lobos son menos y más cobardes cuando no van en manada.

Y por si fuera poco con los que tenemos dando arañazos en la piel de la patria, vuelve la charcutera Europa en su inveterado odio antiespañol existente desde que en el imperio patrio no se ponía el sol. Ellos inventaron la leyenda negra y nosotros nos la creímos. Ellos se espantaron hipócritamente de algo más de mil ejecutados por la Inquisición en cinco siglos, mientras los nobles protestantes, nada más que en Alemania, mataron y quemaron a decenas de miles de católicos en unos meses, en las revueltas luteranas. Siguen en lo mismo, hoy no nos pueden matar, pero sí fastidiar una y otra vez desde parlamentos y tribunales de tres al cuarto. Por eso hay que irse de allí ya. Vámonos de una puñetera vez. A los enemigos internos los tenemos que aguantar pero a los donnadies europeos no. Por eso Spexit, ya. España fuera de Europa, imitando al Reino Unido en el Brexit que estos sí que se las saben todas.

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