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Aseguran en la Embajada de Suecia que a ellos les gustan mucho los dichos españoles, ya, pero quieren cambiarnos uno de mis preferidos. Pretenden resignificar la expresión “hacerse el sueco”. Al excelentísimo embajador Per-Arne Hjelmborn no le gusta que signifique “hacerse el loco, el tonto o el longui”. Y encima proponen: “¿No tendría más sentido que el significado de ‘hacerse el sueco’ fuera algo más ‘sueco’? ¿Quizá para llamárselo a las personas que cuidan y se preocupan por el planeta?”. O sea, quieren que signifique “marcarse un Greta”, vaya por Dios, pobre Suecia.
La historia de la expresión es preciosa, aunque en la embajada no lo saben. Manejan dos hipótesis a cada cual más falsa. La primera, que viene de que los marineros suecos, como no entendían el español, no se enteraban de la misa la media. Pero el dicho dice que se enteraban de sobra, hasta para cogerle las vueltas. La segunda, que deriva de los coturnos que se usaban en la comedia, llamados “soccus”. Significaba hacer teatro, pero entonces no sería “hacerse el sueco” sino “ponerse los zuecos”. En realidad, viene del mundo del jerez, o sea, que es una expresión con mucha solera. Cuando España era aliada de Francia en el siglo XIX y estaba en guerra con Inglaterra, había bloqueo comercial, sí, pero ni los británicos podían dejar de beber jerez ni a nosotros nos traía cuenta dejar de vendérselo. Así que los mercantes ingleses se acercaban a nuestros puertos del Puerto y de Cádiz y bajaban la bandera inglesa e izaban la sueca, aprovechando la rubiedad. Los ingleses se hacían los suecos y los españoles se hacían… los suecos. Se firmaba el negocio y vuelta a los cañones. La historia, como entenderá hasta Hjelmborn, es medio pacifista.
En la vida nada más necesario que hacerse el sueco. Como vayamos tomando nota de todo, no damos abasto y nos complicamos innecesariamente. Podríamos decir también “parecer tonto”, para lo que hace falta ser muy listo; pero es menos cosmopolita.
Está de última moda sentirse ofendiditos, que es todo lo contrario que hacerse el sueco, pero los suecos tendrían que resistir la tentación de la postmodernidad y hacerse los nórdicos, como toda la vida. La belleza del dicho español merece que hagan un poder. Para lo otro, con “marcarse un Greta” o “practicar el Thunberg”, ya nos vale.
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