
La esquina
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La colmena
Me encantaría entrevistar a Núñez Feijóo y preguntarle si se siente desnudo sin gafas. No me he vuelto loca. Ya sé que ninguna conversación seria admitiría una cuestión tan irrelevante. Pero voy a aportar dos razones para defender mi ocurrencia.
En primer lugar, los supuestos temas de actualidad están tan crispados y tan colocados en lo que ya se ha bautizado como “la guerra del relato” que solo interesan a quienes los protagonizan; a los demás nos enfadan y nos agotan. Literalmente. Y es algo que tiene que ver con los muchos méritos que están realizando nuestros representantes institucionales para alcanzar esas crecientes cotas de desafección hacia lo público que nos hacen apagar las noticias; que nos disuaden de encender el televisor.
El segundo argumento seguro que es consecuencia de mi deformación profesional: no me resisto a desconectar del todo. Ni como ciudadana ni como periodista. Y, como lo que nos dicen no me lo creo, prefiero diseccionar sus caras y sus gestos. Porque es entonces cuando las palabras cobran verdadero sentido.
“Tú sí que vales”. Para mí, fue la frase más significativa (y morbosa) de la movilización del PP contra Pedro Sánchez de este domingo. Los populares, en su espiral obsesiva por activar el reloj electoral, lograron sacar músculo en la calle (¡qué dos años nos esperan!) pero la cara de Feijóo fue todo un poema. Madrid está con Ayuso, no con el PP del “centro” y la “moderación” que venden desde Génova (aunque en la práctica no lo sea) sino con la dirigente que exprime su perfil de verso libre. La que se larga de la Conferencia de Presidentes para no escuchar hablar en vasco o catalán, la que se fotografía (tan feliz) con el controvertido presidente argentino, Javier Milei, y la que levanta pasiones entre esa militancia de derechas que tan a gusto está en la polarización.
A miles de kilómetros, en Colombia, el mismo día en que España escala en el frentismo político llevando la tensión a las calles, un chaval de quince años dispara en un mitin a un candidato opositor. No pretendo comparar lo que no es comparable, pero sí creo que deberíamos tomar nota y hacer una reflexión como país (empezando por los grandes partidos que hicieron posible la Transición) sobre los riesgos reales, tangibles y trágicos que tiene la subida de voltios en que se han enfangado. Por cierto, siendo justos, no todos tienen la misma responsabilidad. No todos están cómodos animando a “zurrar al bandido local” o azuzando a sus seguidores “contra los socialistas de mierda”.
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