Sánchez disgusta y Feijóo decepciona

El balcón

La Conferencia de presidentes ha sido un show. Una pérdida de tiempo. La violencia verbal entre los grandes partidos ha llegado al máximo. En los reproches hay algo de razón y mucho oportunismo. Es razonable que Isabel Díaz Ayuso reclame que se utilice el castellano. Pero se ausenta para llamar la atención; lo hizo mientras los presidentes vasco y catalán hablaban en sus lenguas, pero volvió para oír en gallego al presidente de su partido y lo mismo con la balear. Se indispuso con la ministra de Sanidad. Acusarla de llamarla asesina fue exagerado. Y el intento de Mónica García de darle un beso, una provocación. Este odio destilado beneficia a Vox, que en la encuesta de El País y la SER de esta semana vuelve a subir tras un bache por su apoyo a las políticas de Trump, hostiles a Europa.

Juan Manuel Moreno hizo de delegado de Feijóo, no de presidente de los andaluces. No era lugar donde pedir elecciones, ni lanzar una moción de censura, ni retarlo a convocar con las andaluzas. Era ocasión para buscar soluciones a la escasa financiación autonómica, al reducido parque público de vivienda y a los déficits en sanidad. Las comunidades gobernadas por el PP podrían haber presentado una propuesta alternativa de financiación, pero están en desacuerdo entre ellas. (Y es una asignatura pendiente de la ministra de Hacienda). Se queja Moreno de las infraestructuras que “debe el Gobierno a Andalucía”: corredores ferroviarios mediterráneo y atlántico, línea Algeciras-Bobadilla, AVE a Huelva, tren de la Costa del Sol. Podría explicar qué hizo por esas obras el Gobierno de Rajoy, del que formaba parte. Nada. La responsabilidad es compartida.

Estas cumbres no son un combate partidista. La víspera de una manifestación contra el Gobierno ha frustrado esta Conferencia. El PP está desatado en su ofensiva para hacer caer al Gobierno. Mañana es la quinta manifestación contra Pedro Sánchez que convocan los populares desde las últimas elecciones. El lema es “democracia o mafia”. Los cargos que durante cinco años tuvo en Correos y la empresa nacional de uranio la presunta fontanera socialista Leire Díez han llevado al presunto moderado del PP Borja Sémper a dudar del voto por correo en las últimas elecciones. Es una guerra sin prisioneros, ni límites. Estos espectáculos deterioran a Sánchez; su imagen disgusta. Pero no mejoran la aceptación de Feijóo, que encabeza la encuesta de esta semana de ABC, pero no llega ni al 4 de valoración. La alternativa, decepciona.

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