Resultado no concluyente

07 de octubre 2025 - 03:08

En los centros sanitarios hay listados, datos, cifras, historiales, códigos abrochados a la piel, a la sangre, a los pelos, a la respiración, al dolor. Son distintos a otros números y letras que consignan fanegas, apartamentos, reses, impuestos, resultados del examen de oposición. Tras el número que sostengo en mi mano podría estar usted, como lo estoy yo. Es mi turno. Desnuda de cintura hacia arriba, sigo cada indicación de la técnica de radiología. Pienso en mi amiga, que ha vencido por segunda vez al cáncer de mama porque localizó por sí misma un minúsculo bulto. Pienso en el olor de su crema después de las sesiones de radioterapia. Pienso en el ganglio centinela de otra amiga, con el que hizo guardia tantas noches como duró la espera de los resultados de la biopsia. Pienso, con tal de calmarme, que me están haciendo la teta a la plancha y que ojalá salga rica. Cuántas tetas tan distintas, preciosas, habrá estrujado esta máquina. Pienso en la frase “le han quitado un pecho” que escuchaba espantada de chica, y en que es mentira que las amazonas se cortaran uno para disparar mejor. Pienso en el kintsugi, la técnica japonesa que restaña con polvo de oro las fracturas para enfatizar la historia, belleza y fortaleza de lo que ha sufrido un daño.

Tras el número del informe de mamografía de “resultado no concluyente”, que necesita pruebas complementarias y a cuya paciente no han informado, podría estar usted y podría estar yo. Lo están 2.000 mujeres, a las que no llamaron de forma inmediata para –dice Moreno Bonilla– “no introducir un elemento de ansiedad”, a las que llaman ahora y a las que, de unos meses a un año, les efectuarán las pruebas pertinentes. Pienso en este largo verano, tanto tiempo precioso y perdido para atajar a tiempo un cáncer. Pienso en la soberanía de las mujeres, que necesitan ser informadas, no que les escamoteen los resultados como a chiquillas. Pienso en la impotencia de las que tengan que enfrentarse ahora a un estado más avanzado de la enfermedad. Pienso que yo también hubiera buscado los recursos para hacerme las pruebas por mis propios medios. Pienso en que no es casual el auge de la sanidad privada. Pienso en que a estas 2.000 mujeres no se les puede hacer esperar para nuevas pruebas. No hay tiempo que perder. Hay datos, cifras, relojes debajo de los cuales hay muerte o vida.

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