Recordaba hace poco Gregorio Luri la leyenda de Bécquer Las hojas secas. Dos hojas secas son arrastradas por la corriente de un riachuelo, y una le pregunta a la otra "¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?". Y responde: "¿Lo sabe acaso el viento que nos guía?". Y a nosotros quién nos guía. Nos obligan de nuevo a votar este domingo y los nombres que aparecen en las papeletas de voto son tan solo hojas secas que ni siquiera son guiadas por un viento concreto. Lo único que han hecho nuestros políticos ha sido aprenderse de memoria un relato que ya no convence a nadie, ni siquiera a ellos. Son los relatadores.

Las previsiones meteorológicas para este domingo 10 de noviembre adelantan que tendremos un día desapacible, lloverá en buena parte de España. Bajarán las temperaturas y, desde que tenemos el cambio horario, oscurece mucho antes. A las seis y media de la tarde ya estaremos en noche casi cerrada. Entran ganas de coger un buen libro o pasear con paraguas. Pero hay que votar. Hay que decidir qué relato es el que nos convence más. Si el de un presidente en funciones aferrado a un cargo sin recursos y cínico, o el de un extremista de izquierdas que solo desea ocupar un ministerio a toda costa, o el de un liberal catalán que se desploma y que recuerda la agonía de Rosa Díez, o el de un defensor a ultranza de España que precisa más lecturas y menos procacidad, o el de un jovenzuelo con barbas y con complejos vividor del pasado remoto. Relatos sin argumento y sin talla.

Para un político un relato es la manifestación de su propia falsedad, y los crean y los fabrican para instruir, para adoctrinar. Un relato nunca debe ser el protagonista de su decisión. Porque el protagonista es usted, el que vota. Y con esta calaña votar es una exposición al riesgo permanente.

Platón definió al hombre como animal, bípedo e implume. Diógenes, un cínico, desplumó un gallo y lo introdujo en la escuela, y dijo: "He aquí el hombre de Platón". Algo de esto nos pasó con el debate del pasado lunes. Muchos animales hablando y nada de educación, ni de cultura (apenas se mencionaron). Y así nos va. Pero no olvide que los medios de comunicación españoles, según la Universidad de Oxford, son los menos fiables de Europa, según un reciente estudio sobre once países consultados en Europa y, además, los segundos menos creíbles de los doce estudiados de todo el mundo, por debajo de España está Estados Unidos. A mí los relatos de los políticos me parecen relatos de imbéciles. Ustedes sigan creyendo en los relatos de sus representantes.

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