Los que se reían de Trump

Envío

31 de julio 2025 - 03:07

Hace siglos que dejó de existir la Europa de los reyes santos, tan bellamente evocada por Julio Martínez Mesanza en su famoso poema San Luis. También desapareció la de los capitanes aventureros, los navegantes y exploradores, los colonizadores de tierras inimaginadas, los inventores de mundos y, casi casi, la de los grandes poetas. Quisimos ser una Europa de mercaderes, eso parecía lo apropiado en lo que salió de la ruina del 45, sacrificamos todo en los altares de la economía y del bienestar, de la producción de mantequilla y del turismo de masas para ahora encontrarnos con esto. Ni negociantes ni mercaderes ni meros tratantes, tal vez sí comisionistas. Trump le ha pegado una estocada hasta la bola a la Europa que presumía de músculo económico aunque adoleciera de enanez política, de industria y servicios aunque provista de escaso ardor guerrero. La fecha del 28 de julio de 2025 quedará registrada como una de las más negras de la historia europea reciente, sin que la media sonrisa absurda de la Von der Leyen pueda edulcorar una impresión de derrota global que cada día que pasa se hace más y más insoportable.

El payaso Trump, el fantoche Trump, el imprevisible Trump, el fascista Trump ha demostrado quién manda aquí a esos pretenciosos y suficientes políticos europeos, tan ineficaces como corruptos, fuertes con los débiles y débiles con los fuertes, que, desde hace años, se habían convertido, eso creían, en sus peores enemigos. La venganza debe haberle sabido a gloria al americano, su misil anunciado una y mil veces ha hecho blanco, y, aunque sea el culo de los “súbditos” europeos el que haya recibido el impacto, todo el tinglado va a tambalearse. Nada puede ser ya lo mismo en la UE después de este acuerdo leonino que evidencia todo lo que Europa ya no es.

En la comparecencia tras el acuerdo, un Trump triunfal se permitió dar lecciones sobre inmigración, sobre política energética y sobre todo lo que se le ocurrió ante una Von der Leyen que claramente, con su cara de acelga, estaba pasando el peor trago de su vida política. Nunca fue humillado así un presidente de la Comisión Europea. Me gustaría decir que me dolió. Nos hace falta otra Europa.

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