Hoy, me permitirán utilice este espacio para alguna cuestión que me resulta nostálgica en lo personal y de afectividad amistosa, por otra parte. Y es que tal día como el último sábado de abril del año 1985, junto a un grupo no desdeñable de amigos y militantes del hoy PP - entonces, AP - le enseñamos al Presidente del Partido, don M. Fraga, que en una organización política democrática siempre valen más las personas que los nombres, el militante activo más que el electo acomodado, el dirigente trabajador que se "mancha los pies de barro" para crear estructura, buscar líderes de opinión al servicio de unas ideas pero que rechazan la imposición caudillista de unos criterios organizativos plenos de contenido teórico y alejados de la realidad cotidiana de los distintos territorios y la militancia que en ellos habitan.

Fue, pues, ese día un punto aparte en la historia Popular en la que resultó vencedora la parte poco valorada por el "aparato". Un grupo que yo encabezaba que obligó, con el apoyo de la militancia, a disculparse al propio Fraga por mucho que le costara hacerlo.

Fecha de recuerdo de un gran éxito y de muchos protagonistas decisivos en aquel convulso Congreso Extraordinario y que, por ley de vida, ya hoy no nos acompañan. ¡Cómo pasa el tiempo! Dicho esto, tengo el deber de resaltar otro acto, este hace solo unos días, en el que tuvimos el placer de presenciar el éxito de un gran amigo: José Luis Camacho Malo que presentó el segundo tomo de: 365 entrevistas en tiempos de pandemia.

Un encuentro entrañable y emotivo con él y con muchos onubenses cabales que bajo la moderación de Sixto Romero, la tutela y acogida de la Fundación Caja Rural, así como la colaboración de Rafael Moreno y la mía propia, nos encontramos en un ambiente en el que se respiraban afectos, emociones y sin duda, admiración por la dimensión del trabajo que se presentaba, la perseverancia del autor y la importancia desde el punto de vista histórico y socioantropológico de la obra, así como su valor consultivo para futuras generaciones.

No acaba aquí el trabajo de José Luis Camacho Malo, en puertas de su inclusión en el Libro de los Récords, su objetivo es alcanzar las Mil y una entrevistas como apuntó Rafael Moreno. Y es que la obra nos enseña por la voz de los entrevistados, las asignaturas pendientes que no permiten el despegue definitivo de nuestra tierra pero sin obviar el ejercicio autocrítico sobre las actitudes de los onubenses de a pie y sin olvidar las responsabilidades de los políticos, hasta el punto que Sixto, en un alarde de agudeza sugirió, ante los incumplimientos, que presentaran lo que no estarían dispuestos a hacer.

Este es, por tanto, el gran éxito de José Luis con sus entrevistas, convertirse en portavoz de nuestras necesidades.

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