Reconciliarnos con Tarteso (y II)

Hay una novela de Stephen King que narra los acontecimientos que se suceden en la pequeña ciudad de Chester’s Mills cuando, de repente, se ve separada del resto del mundo por una cúpula invisible que es imposible de atravesar. Allí dentro termina pasando de todo, hasta que un día, justo cuando todo parece perdido y los últimos supervivientes pelean por su vida, la cúpula, chas, se va por donde vino. Hace unas semanas me acordé de la novela (absolutamente recomendable, como todas las de King) porque leí en alguna parte que la Junta de Extremadura pretende construir una cúpula gigante para proteger el yacimiento de Casas del Turuñuelo. Tendrá un diámetro de 116 metros, llegará hasta los 20 metros de altura y costará algo más de seis millones y medio de euros. No sé qué utilidad real tendrá el cacharrito, ni si realmente es necesario hacerla, pero de lo que no dudo es de que será efectista, y supongo que eso es precisamente lo que buscan los amigos extremeños, que llevan ya unos cuantos años adelantándonos por la derecha en esto, contando Tarteso a su manera mientras aquí andábamos debatiendo lo que hacíamos con el único puerto tartésico conocido en el mundo: si directamente enterrarlo y olvidarnos de él o desmontarlo como si fuera un Tente y guardarlo en un almacén. Ganó lo del Tente, menos mal, aunque perdimos todos, como llevamos haciendo desde hace décadas con todo lo relativo a nuestro patrimonio. La semana pasada les contaba que la exposición La Joya: vida y eternidad en Tarteso es un símbolo de que algo está cambiando, y la reciente protección del Cabezo de La Joya por parte del Ayuntamiento demuestra que, además, se pueden dar grandes pasos si se tiene la ambición suficiente. El problema es que vamos tarde y ya hay quien está contando nuestra propia historia por nosotros, poniendo en ello la determinación de la que carecemos y los recursos con los que no contamos, que no puedo ni imaginar lo que podría hacer nuestra Clara Toscano si tuviera seis milloncetes para excavar Tejada la Vieja. Somos tan felices ensimismados como estamos en nuestra cúpula de autocomplacencia que no vemos que hay sitios en los que se hacen las cosas bien de verdad. En el Museo de Badajoz acaban de abrir una sala permanente dedicada a Tarteso y aquí nos las hemos visto negras para conseguir una exposición temporal que dignifique La Joya. Cuando acaben el duomo de Casas de Turuñuelo, la Junta extremeña se habrá gastado más de siete millones de euros en el yacimiento. Mientras, aquí, llamamos a Mudanzas Carretero para que se lleven el puerto tartésico del edificio de Hacienda, no sea que los de la Junta se queden sin parking.

stats