Óscar Lezameta

¿Qué puede salir mal?

Ansia viva

Un supremacista blanco en una ciudad llena de hispanos con un rifle de asalto y aún se preguntarán qué pudo salir mal

El 19? "Siete". Pocas veces deseé tanto que me tragara la tierra y, como siempre, mis oraciones no fueron escuchadas. "Vamos no me jodas. ¿Quién coño es el 19?". "Cabo Lezameta, mi sargento". "Joder con el periodista". Pensé engañarle, pero era demasiado tarde y menos cuando lo vi acercarse. Después de comprobarlo miró a los compañeros que tenía a mi lado y les dijo: "menudo par de inútiles, ¿dónde coño habéis disparado?". El caso es que a esas horas de la noche, en mitad de ninguna parte en el desierto de Lanzarote, el que suscribe estaba intentando explicar a un sargento de los de antes cómo era posible haber conseguido siete impactos en la diana, con las cinco balas que nos habían dado. Además, teniendo en cuenta que mi Cetme -el aparato que más me he alegrado en mi vida de perder de vista- tenía una cierta tendencia a cargarse conforme lo apoyaba contra el suelo y que me quité -literalmente- las balas de encima y no supe dónde apuntaba, así que estoy seguro de que mis cinco proyectiles no dieron en la diana, la pericia de mis vecinos del único ejercicio de tiro que he hecho en toda mi vida, me costó algo que no olvidaré nunca. No sé lo que apuntaría el sargento en el papel que estaba rellenando y la verdad es que me importa poco.

Si a tan fascinante experiencia se añaden tres o cuatro veces con una escopeta de balines en los sanfaustos de Basauri, mayormente porque mi hermano tiene una puntería del copón y no me apetecía hacer más el ridículo, es toda mi amplísima experiencia en un mundo que ni entiendo, ni lo pretendo.

Valga esto por los (¿cuantos van?) tiroteos en Estados Unidos. Siento por las víctimas toda la cercanía posible y la solidaridad de quien lo ha visto a miles de kilómetros y sigue sin asimilar tanta maldad, pero ha dejado de impactarme. Déjense de rezos, plegarias y abrazos de hermanos pedidos por el gobernador de turno. La solución la tienen entre sus manos. Quien se compra un arma es para usarla. Punto. Uno no tiene un rifle de asalto (ojo al dato que diría el otro) para protegerse. Más de 250 casos este año; no hay más preguntas señoría. Si a ello se añade un supremacista blanco, de esos que creen estar elegidos por el dios correspondiente, en una ciudad llena de hispanos, crean la tormenta perfecta. Prefiero repartir mi pena y horror a los pobres que se dejan la vida en el mar por escapar de la miseria y la guerra, o a los niños que mueren todos los días en su casa en Siria porque les bombardea no sé quién y a nadie le importa. Ustedes tienen la manera de poder evitarlo. Ellos no.

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