Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Jamás duró una flor dos primaveras entonaba Rocío Jurado en la canción Se nos rompió el amor, un tema compuesto por Manuel Alejandro y Ana Magdalena para el disco Paloma Brava allá por 1985. Pero yo no quiero dos primaveras, yo quiero ésta. Ahora. Ya. Contigo, con los míos. Por eso decidimos salir a la calle a recibirla y desde el principio nos ha regalado su esperanza de lluvia, aunque eso nos lleve a resguardarnos o cambiarnos las prendas mojadas. ¡Qué más da! El rosal tiene ganas de primavera. Y el manzano desnudo. Los naranjos guardan azahar para ella. Un tornado de girasoles la esperan. Su sol. Sus días. Su carácter de levadura y fermento.
En esta rueda continua del tiempo, las semanas, los meses, las estaciones, parece que existe una extraña muesca, un agujero por el que huyeron, sumidero abajo, las últimas primaveras. ¿Dónde están? ¿Y sus recuerdos? ¿Qué nos queda tras las olas sin agua? Las ganas de tomarnos la revancha, amor mío. En este sur sin sur, se llenarán de fiestas nuestros barrios, daremos rienda suelta a la sinestesia del color, los olores y sabores. Tomaremos lo que es suyo como propio. Vendrán los meses sin "r" que presagian nuestros cuerpos tumbados frente al mar en la arena de alguna playa. Porque eso significa en su etimología la palabra primavera: la avanzadilla del verano. Con su cambio de hora, el cambio bueno, el que mueve las agujas a favor de la jornada vital, en detrimento de la jornada laboral. Crecerá el minutero de las tardes, el horario vespertino. Cuando el tiempo empuja con sus manos esos ratos en los parques, los paseos o los momentos de deporte al aire libre.
Romperemos, casi por inercia, los diques que nos retenían. Y en casa tenemos la suerte de hacerlo a celebración abierta, soplando la alegría sobre una tarta sin alérgenos con sabor a todo por delante. Llenando la vida de kilocalorías y sonrisas compartidas. Ojalá nazcan así mil primaveras. Pero empecemos por ésta, que se parece tanto a tus besos cuando llegas: una promesa de ahora, un acertijo en el futuro inmediato, y una experiencia de pasado desprovisto de costumbre. Tengo ganas superlativas de esta verdad. Los ciclos son nuestros si no dejamos que pasen inadvertidos. Giremos. Bailemos al son de esta naturaleza que se despereza y pide marcha. Construyamos este verso de métrica cambiante y ritmo yámbico. Tengo en mis manos un paraguas que en breve se convertirá en sombrilla. Definitivamente, es tiempo de crisálidas.
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