Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
PARA que me entiendan los que no son de mi generación, les diré que en nuestra infancia, el niño Willy -no confundir con el pija- era claramente reconocible. El pija es un estilo estético e incluso una actitud ante la vida y las relaciones, pero no obligatoriamente acompañado de incompetencia personal y/o profesional.
El Willy, además del componente pija, es caprichoso, inconformista, interesado, endogámico… y, finalmente, infantiloide e incompetente, por acostumbrado a sentirse protegido por su entorno. En resumen, para los onubenses cabales, un nota que intenta siempre jugar con ventaja y si se tuercen sus previsiones, como el balón es suyo, se acaba el partido porque se lo lleva. Si juega a chicharito las habas, advierte autoritariamente que no vale reguindar y, luego, es él quien primero y más lo hace, pero lo niega rotundamente. Si se echa pie para elegir los componentes de los grupos en el juego, no tiene recato en intentar alinearse con quien previamente vetó, y al siguiente partido, renegar del socio si perdieron, pero no fue por su culpa sino de los demás, eso sí, el único tanto favorable -no lo ejecutó él- fue gracias a que él estaba en el equipo.
Hasta que él no apareció lo que se hacía era desastroso, los mayores no le sirven por estar contaminados por actitudes viciosas. Él, y quienes él decide son los únicos virtuosos y no hay mejora alguna que no sea debida a su participación, aunque se le llena la boca, en un aparente ejercicio de humildad, diciendo que "él, no es decisivo" y que no quiere puestos. Sin embargo, no renuncia a los que sus propios competidores le otorgan.
Antes de entrar en el juego, se permite decirle al árbitro lo que debe hacer en relación a los adversarios y cuando pierde, además de querer llevarse el balón, aun siendo perdedor, le dice al ganador lo que debe hacer, le propone que no vuelva a competir y, desde luego, la culpa de su derrota por supuesto que es del reglamento.
En definitiva, el prototipo Willy de la política es el reseñado. Como ven, a este político no le he puesto nombre porque estoy seguro que ustedes tienen claro el personaje del político Willy, dicho sea desde el respeto que merece uno de los padres de la Patria.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Qué bostezo
Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Pablo y Pedro
Desde la Ría
José María Segovia
La inglesita andaluza
El lado bueno
Ana Santos
Despropósitos de año nuevo
Lo último