Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
Los acontecimientos políticos que han sucedido en los últimos meses podrían calificarse de absolutamente inéditos y más dignos de enmarcarse en un guion cinematográfico que en una realidad cotidiana. Un país que ha sufrido una pandemia, una erupción volcánica y una crisis brutal, mantenida aún, generada por una guerra en el corazón de Europa, todo ello gestionado por un Gobierno incapaz, dividido y más preocupado de su propia supervivencia que de la de todos los españoles. Con todo esto nos hemos encontrado en mayo pasado con unas elecciones que se resolvieron con una enmienda a la totalidad del Gobierno barriendo prácticamente al PSOE del mapa autonómico y municipal. Esto que provocó una nueva convocatoria electoral al grito de “sálvese el que pueda”, en las que todos vaticinaban el final de un ciclo, ocurrió… –“¡oh!, milagro”– que una enrevesada matemática parlamentaria proporcionara al Gobierno una rendija siniestra para su reedición. No me digan que no es un buen guion para una película de cualquier género, drama, suspense, ciencia ficción… pero prefiero quedarme con el western y elijo un título que todos conocemos: El bueno, el feo y el malo. Juguemos a eso.
EL MALO: o dicho de otra forma, los malos. Adjudiquemos este papel a los partidos independentistas que por mor de una ley electoral viciada vienen “dirigiendo” la política nacional con un porcentaje de votos tan respetable como ínfimo frente al conjunto del censo español. Esta situación que siempre ha sido injusta y desigual para todos los españoles, parece que ahora debía serlo aún más cuando existe un MINISTERIO DE IGUALDAD que además pertenece al bloque coaligado de SUMAR, y es precisamente a Yolanda a quien Sánchez elige para negociar el chantaje de unos prófugos de la justicia que plantean peticiones tales como la amnistía, el referéndum a la carta… y dos huevos duros, que según la magistral –que no magistrada– Yolanda “tienen cabida” en nuestra Constitución y podemos estar seguros de que ella sabe todo lo que le cabe… a la Constitución. Cuidado, Sr. Sánchez, porque esto es una clara invitación a una rebelión encadenada de las comunidades autónomas, que ya ha iniciado el PNV y que podrían seguir muchas otras al grito de “¿y de lo mío qué?”. La aceptación de esas peticiones supondrá un cambio radical para la España futura y es una obligación ineludible para el político que lo provoque y lo avale explicarnos a todos las consecuencias reales de esa decisión. Lo que plantea el PSOE es la peor solución, más aun habiendo otras de las que luego hablaremos.
EL FEO: o lo que es lo mismo, el irreconocible PSOE, dicho esto con pesar. Un partido refundado por Felipe González que pilotó la transición junto con una derecha también refundada y modernizada, y que juntos consiguieron los mejores y más fecundos años para nuestra reciente historia democrática, y que en estos momentos han entrado en una fase de radicalismos insensatos poniendo en jaque todo nuestro esqueleto constitucional e institucional. Como ya he dicho, tiene que haber soluciones para esta situación de las que luego hablaremos.
EL BUENO: está claro que el bueno es el pueblo español, que entre confusiones provocadas, mentiras que ahora se llaman cambios de opinión y campañas mediáticas agobiantes, a pesar de todo ha conseguido sacar la cabeza del agua y votar con una clara mayoría a los partidos constitucionalistas, o por lo menos a los que se proclaman como tales y ahora sin embargo vuelve a mirar perplejo cómo se trata de retorcer esos resultados incluso bordeando la Carta Magna con ingeniería judicial para dar la vuelta y transformar la mayoría de votos en la mayoría parlamentaria con partidos que no creen ni respetan la Constitución. No es la hora de las falsas promesas que no se pueden cumplir y si es la hora para un pacto de Estado entre los dos partidos de gobierno que resuelva y aclare el problema catalán y otros añadidos garantizando la gobernabilidad, y si esto no les gusta a los prófugos, ellos también tienen en su mano el provocar el más rotundo de los referéndums: repetición de las elecciones que pongan a cada uno en su sitio. Carísimo y probablemente estúpido… pero posible.
Para los buenos, ánimo, resolución y esperanza que si los políticos fallan, hay otros y bastará con afinar mucho en su elección para asegurarnos de las personas, de su experiencia y conocimientos que están suficientemente preparadas para dirigir el país y eliminar a los que anteponen su beneficio personal al de todo el colectivo. ¡Ojo!, y exigirles a todos que nos expliquen las consecuencias de sus actos antes de proponernos su aceptación.
Volvamos ahora a nuestra película inicial y recordemos que en todas ellas siempre ganan los buenos y pierden los malos… y recuerden también que ya en el siglo pasado se cantaba una canción que decía eso de “que se mueran los feos…”.
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