¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Aveces me han dicho que negocio bien y otras que fatal, pero siempre por la misma razón. Me dejo de caracoleos de ofertas imposibles, demandas utópicas y enfados impostados, y trato de ir, directo, a la solución del conflicto. Las fintas me agotan y los engaños me repugnan. ¿No son un insulto a la inteligencia de tu interlocutor? Si estamos dispuestos a aceptar la solución más razonable, nada mejor que apelar a la racionalidad y acendrarla. Esto, según he comprobado, puede parecer muy ingenuo o muy sagaz, según las costumbres e intenciones que tenga el otro. Yo no me quejo de cómo me ha ido, tal vez porque he encontrado casi siempre contrarios sensatos. Y si no hay manera, siempre estamos a tiempo de meter la marcha atrás y ponernos a discutir como fieras, pero ya sabiendo que no quedó más remedio.
Lo cuento para que entiendan ustedes mi estupor. Parece que el plan de paz de Trump para Gaza es muy sensato y hacedero. Se lo he leído a analistas que no admiran al presidente norteamericano. Expertos en diplomacia, como Gustavo de Arístegui, han sentenciado que “el plan es viable y cuenta con apoyos amplísimos en polos opuestos del tablero geopolítico –algo que no se había visto en décadas de polarización global–”. Israel ya lo ha aceptado y Hamas está a punto. Oponerse a esta salida posible –dicen– es gravemente inmoral e irresponsable.
Mi estupor no estriba en quien se opone, pues ya conocemos el paño. Estriba en que había, como vemos, una solución pacífica. ¿Por qué ha sido necesaria esta escalada de muerte y destrucción desde los ataques terroristas del 7 de octubre hasta las contundentes operaciones israelíes? Corro el riesgo de quedar como un iluso incorregible, pero, si había una salida aceptable para ambas partes, ¿por qué se ha esperado tanto tiempo, tantas muertes, tanto sufrimiento?
Descorazonan unos agentes políticos y unos dirigentes militares y paramilitares tan incapaces de imaginar y proyectar las consecuencias de una escalada bélica. ¿Qué clase de gente necesita el desbordamiento de la violencia para firmar ahora con sangre lo que se podría haber firmado con tinta? Bienvenido sea el plan de paz, porque podría haber llegado todavía mucho más tarde; pero estemos nosotros dispuestos a negociar siempre con inteligencia y justicia mucho antes del desastre.
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