Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

La pizarra

07 de agosto 2015 - 01:00

A medida que la crisis económica va dejando paso a una recuperación tan desigual como contundente, la preocupación de los ciudadanos por la corrupción decae. Se ve en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Los bolsillos llenos provocan tanta ceguera como indignación la escasez. El partido del Gobierno se coloca a tres puntos del PSOE mientras los llamados partidos emergentes tratan de conjurar el efecto suflé; con un 15%, Podemos no llegará a formar ni un grupo parlamentario como el que Julio Anguita consiguió para IU. Tres puntos son pocos, pero la tendencia indica que el PP de Mariano Rajoy seguirá al alza en los próximos meses si la recuperación se somatiza en las filas del desempleo. La incertidumbre que provocará el futuro de España después de las elecciones catalanas del 27 de septiembre terminará por apuntalar la propuesta de Mariano Rajoy, el país necesitará un Gobierno fuerte para emplear con inteligencia, pero también con firmeza, las herramientas del Estado, y al PP le pasará como al PSOE, que sus electores votarán con una mano mientras con otra se tapan la nariz.

Pero nada volverá a ser como en 2011. El PP se ha marcado como cifra mágica la de los 140 escaños, un número de diputados suficientes para legitimar su victoria y conjurar el pacto de las izquierdas del PSOE con Podemos, aunque tendrá que echar mano de Ciudadanos, de Coalición Canaria y puede que del PNV. Por debajo de 130 escaños azules, los socialistas intentarán formar Gobierno aunque hayan quedado en segundo lugar: es una operación inédita en España, repleta de peligros y que necesitará de un plus de legitimidad, porque no bastará con la aritmética parlamentaria. Mejor sería una gran coalición que afrontase el último tramo de la recuperación económica, el desafío de los independentistas catalanes y dejase al país en la antesala de la reforma de la Constitución: sería entonces cuando se disolverían las Cortes y se llamase a unas nuevas constituyentes. Eso sí que sería la pizarra de una Segunda Transición. Felipe VI sería un gran Rey, Rajoy haría historia y Pedro Sánchez podría demostrar si es capaz de renovar la alternativa socialdemócrata. El ministro Catalá ha abierto el del PP a la reforma constitucional.

Es curioso, a Pedro Sánchez le pasa como al dibujito bueno de los videojuegos: cada vez que se come a un malo, gana puntos. Tomás Gómez le dio tres vidas, Carmona, otras dos: nadie llorará por él.

stats