Picasso, Apollinaire y el Louvre

22 de octubre 2025 - 03:07

Atenor de lo leído, parece que resulta inevitable interpretar el latrocinio del Louvre como un signo de la decadencia francesa. Ya se habla de Francia como “el enfermo de Europa”, igual que antes se dijo de España y mañana se afirmará de no sabemos de quién. Para un europeo en general, y para un español en particular, no es posible ignorar la formación del Louvre, no solo durante la Convención, sino durante los días del Gran Corso, cuando pasará a llamarse Museo Napoleón, y al que llegarían latrocinios de Europa y Egipto, principalmente. Goya fue, junto con Maella y Napoli, uno de los tres encargados de elaborar una lista de pinturas españolas con destino a dicho museo. Una lista muy pensada a la baja. Pero, en fin, volviendo a los cacos del Louvre, recordemos hoy a dos inopinados cacos en la dulce Francia previa a la Grand Guerre, como fueron Apollinaire y Picasso.

El caso es que una especie de secretario de Apollinaire, un tal Géry, se dedicó a sustraer algunas máscaras y figurillas iberas del Louvre, quizá por cierta inclinación natural a la fanfarronería. Fue así como Apollinaire y Picasso se vieron obsequiados con tales objetos –una pequeña estatua para Apollinaire, dos máscaras para Picasso– sin que conocieran su procedencia exacta. Años después, tras el robo de la Mona Lisa, Géry se dedicó a contar a la prensa sus hazañas, de manera que tanto Apollinaire como Picasso se vieron involucrados en el suceso y en la posterior investigación criminal. Fernande Olivier, novia de Picasso por aquel entonces, cuenta que Picasso temblaba tanto, que hubo que ayudarlo a vestirse para ir a la comisaría. También recuerda cómo ambos artistas, ingenuos y pueriles, lloraban desconsoladamente ante la posibilidad de acabar en la cárcel. A pesar de ello, ninguno de los dos renegaría del otro. En su desesperación, quisieron arrojar las figuras al Sena, pero regresaron con la maleta intacta. Finalmente, entregaron de manera anónima las figuras en la redacción del Paris-Journal. Y a partir de ahí empezó su pequeña aventura, de la que resultaron absueltos.

Si no fuera porque antes se le cruzó Zuloaga y su cuadro del Greco, Visión del apocalipsis, podríamos pensar que aquellas máscaras iberas también influyeron en la concepción del cubismo. En cualquiera de ambos casos, el cubismo tendría un extraño y acusado rubro de españolidad.

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