Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Lo mucho que no perdono a Otegi

Otegi es un sujeto vencido por el tiempo, la historia y una manera de entender la vida que no merece perdón alguno

Conste que yo también le hubiese entrevistado. De hecho, estuve a punto de hacerlo con seres todavía más abyectos que él. Cubría por aquel entonces la información de la cárcel de Almería cuando ésta albergaba a buena parte de lo peor de la calaña etarra por aquello de tenerles cuanto más lejos mejor. Fue entonces cuando comencé las gestionesn para entrevistar a alguno de los irreductibles asesinos que pretendían perpetuar la lucha armada cuando los tiempos hacía mucho que les habían dado la espalda y el asco vencía de lejos a la inmutable canción de muerte que algunos todavía querían cantar. Les mandé varias cartas y, al no recibir respuesta, contacté con sus abogados. Éstos sí me contestaron, pero no como a mi me hubiera gustado y me dijeron que "no era el momento". Y no debía serlo porque pocas semanas después a alguno de ellos lo detuvieron por colaboración con banda armada. Fue entonces cuando le conté mis planes a mi director que me sentenció: "joder Lezameta, tu vas a acabar fatal". Ese mismo día llamé a un buen amigo guardia civil para prevenirle que si le llegaban noticias de que un periodista estaba comunicando con esos letrados, que les dijera que ya conocía a semejante tarugo.

Es nuestro trabajo. La cuadrilla que ha salido en tomba a criticar a alguien que lo hizo, o no sabe dónde vive, o si lo sabe no le importa. Los periodistas tenemos esa esponsabilidad. Lo más grave del asunto no es que entre los ofendiditos haya políticos, sino que también haya periodistas.

Conste también que me parece que a Bildu hay que integrarlo en las instituciones. Llevo medio siglo escuchando que lo que debían hacer es abandonar la lucha armada y canalizar todas sus peticiones por la vía política y ahora que lo hacen, pues tampoco gusta. También es cierto que la izquierda abertzale no será creíble hasta que no se libre del lastre de personajes tan siniestros como Otegi. Escucharle fue un buen ejemplo de un sujeto vencido por el tiempo, la historia, la sociedad y la sensatez; viejo en la cara, rastro del mako y con un discurso a veces vomitivo. Lo que más me duele lo que ha dicho es la inevitabilidad de la lucha armada en ciertas generaciones de vascos. Tiene unos pocos más años que yo, pero se puede decir que pertenecemos a la misma y a mi, y a miles como yo, jamás se nos ocurrió que asesinar a alguien fuera la manera de ir por la vida. Los asesinatos en masa tardaremos en superarlos y jamás olvidaremos el sufrimiento que trajeron personajes tan siniestros como el que el otro día oímos hablar.

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