Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Alo largo de la historia de la humanidad muchos han sido los interesados en descubrir el elixir secreto, aquel que proporcionaba la eterna juventud, la inmortalidad. Llamado o conocido como el elixir de la vida, el elixir de la inmortalidad, desde la antigua China, hasta los vedas en la India, pasando por Egipto, la alquimia fue clave en toda esta historia. Y ahora resulta que, si leemos libros, si dedicamos unas horas al día a la lectura, viviremos más.
Ya lo hemos indicado innumerables veces, incluso en esta columna lo hemos planteado, además de que leer nos hace libres, nos hace mejores personas, resulta que leer alarga nuestra vida. Pues va a ser que tendremos que leer más, ¿no lo creen?
Lo dicho, científicos de la Universidad de Yale (EEUU) han realizado un estudio en 3.635 personas mayores de 50 años en el que han demostrado que aquellos que leen con asiduidad llegan a vivir hasta dos años más que los que no leen libros. ¡Dos años más! Pueden parecer poca cosa, pero resulta todo un mundo auténtico, sobre todo cuando comenzamos a verle las orejas al lobo feroz. El estudio realizado por tres científicos de la Escuela de Salud Pública de la prestigiosa universidad americana ha verificado que, dentro del grupo de lectores sobre el que se han realizado 12 años de seguimiento -doce años de seguimiento es un tiempo importante de verificación-, aquellos que dedican a la lectura unas tres horas y media a la semana eran menos propensos a morir en un 17%, mientras que los que superan esas horas de lectura llegaban a alcanzar el 23%.
Pues a leer que son dos días. A leer lo que se quiera, pero ya que nos ponemos leamos literatura, dejémonos de basura literaria, de best seller de tres al cuarto, de Whatsapp, de economía del lenguaje. Leamos libros, libros verdaderos, de los que se huelen sus páginas y se toca el papel de la literatura auténtica.
No podemos dejar de mencionar en el día de hoy el reciente fallecimiento del filósofo español Gustavo Bueno (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1 de septiembre de 1924 - Niembro, Asturias, 7 de agosto de 2016). Un pensador libre y directo, un ejemplo de libertad y pensamiento libre. Y fallecía dos días después que su mujer, su compañera de más de sesenta años. Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, y lo hemos vuelto a comprobar. Larga vida a las compañeras eternas. Larga vida a la lectura.
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