El amanecer incendió con Tu luz la marisma, y el sol fue un pálido reflejo de Tu belleza. La cuesta del Humilladero es una senda de amor incontenido por verte.

Queremos extasiarnos de Tu pureza. Queremos soñar bajo la cinta que cierne Tu cintura virginal. Queremos vernos en Tus ojos con brillos de un Conquero eterno en Tu gracia.

Septiembre es un rosario inacabado donde repetimos la letanía de Tus dones, de Tus privilegios, del amor de tus hijos. La ría del Odiel es Tu sudario azul de reflejos de sol y mar.

De niño, cantaba tu salve marinera y el eco de los campanilleros tintineaban melodías con letras que nunca olvidaré. Tu Huelva te espera en el compás, sin igual, de estos dos días para su gozo.

Este año el barrio de la Merced añorará tu presencia. Las altas palmeras no podrán cimbrearse en ese anual saludo bajo un cielo inmaculado como tu manto de devoción choquera.

Eres reina de Huelva, de su devoción, a la que un día pusimos corona de Madre en horas llenas de alegría que elevaron nuestro espíritu al cenit de tu maternidad y devoción popular.

La Historia centenaria de San Pedro deja posar su sombra devota por los cabezos cercanos, poniendo eco de celebraciones que fueron pilares de tradición.

Un nuevo itinerario tiene este año un camino de flores para tu pisar por nuevas calles de la ciudad. Huelva es toda tuya, Madre mía. Nuevas barriadas para venerarte y sentir el entusiasmo de tu presencia. Ayuntamiento y Diputación recrean y viven cien años de un título que les enorgullece.

Y para completar el calor de un año excepcional tu Hermandad te llevará a esas puertas de caridad, sacrificio y culto mariano que son los altares de una historia sencilla y eterna el olor de santidad de las Hermanas de la Cruz y de la Esperanza, que marcan dos símbolos de nuestro caminar hacía la Virgen.

Virgen de la Cinta, alcaldesa perpetua de Huelva, Madre de un pueblo que sueña en la cumbre de tu veneración en ese puente de mando de tu Santuario cuando en los amaneceres la ría nos lleva al ancho mar de horizontes eternos, y los atardeceres nos marcan las más bellas puestas de sol que despiden al día que se duerme en un paisaje idílico y celestial.

Hoy todos te aclamaremos por nuestras calles, mañana, en el más sincero fervor popular, todos los onubenses serán costaleros para llevar sobre sus corazones las andas de un paso, que es capilla plateada del entusiasmo de tu Huelva.

Y para terminar mi humilde oración, promesa anual en tu amor, la jaculatoria que desde cada noche y durante toda la vida ha sido mi pórtico de paz para hablar a la Madre de los cielos.

Virgen Chiquita, sé siempre barca de salvación, con velas azules y blancas, que buscan en el mar de tu eternidad el rumbo más fijo para llegar hasta ti, Así sea

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios