Manuel Gómez Marín

La obligación y la necesidad aprietan en la vida extra en El Ejido

Las obligaciones y necesidades aprietan de lo lindo al Decano. Ya todo es aquí y ahora porque si el crédito era escaso ya sólo queda la fe y la esperanza de volver al sitio adecuado de romper la barrera con la fuerza del vestuario. Abel Gómez es el más señalado, entre el desamparo que encuentra tanto en el campo como en el entorno en progresión con sus decisiones. Desde el inicio se activó la “hora de la verdad” y se topa con ella en la semana más crítica que se agrava la situación tras dos derrotas seguidas por primera. Abel Gómez siempre ha estado bajo la espada de Damocles y en el debate de supervivencia a contrarreloj.
El fútbol es así de duro y la mayoría de las veces lo que esperas no es lo que más deseas bajo la dependencia de Daniel Alejo, que no debería salir indemne. Si el cierre del año 2022 trajo la debacle inesperada en Torremolinos, colista desamparado, después de una racha de ocho jornadas invicto (seis victorias y dos empates), los dos primeros meses del presente año marca el trance más vehemente de querer y no poder engullido por la impotencia y la desconfianza en el trayecto hacia el hundimiento. El Recreativo está confundido y ofuscado con el trastorno de las ideas, que es el riesgo inminente de que suceda algo mal.
La capacidad de superación tiene que salir a relucir en momento de mucha gravedad tras este juicio expresado de manera pública en el cúmulo de actuaciones tan críticas. De ahí que la preparación mental sea fundamental dentro del vestuario, pese a que no sea posible desde la normalidad y naturalidad. El Ejido, que resucitó a Abel Gómez en la primera vuelta con el milagro de Arjona en el descuento, sale de su letargo con tres victorias de los últimos cuatro partidos. Al estado patológico del Recreativo le urge otra repetición de “ayudita” del rival para devolverle la máxima ilusión de asegurar el playoff en esta vida extra que le meta en faena de pico y pala.

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