Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Ultramar
Pasada la resaca electoral, calmados los latidos políticos, la ciudad emprende su camino tras las alegrías rocieras, la bendición de las aguas caídas, siempre necesarias y los deseos y aspiraciones deportivas, hacia esas metas que todos deseamos y aspiramos.
La Huelva nueva nos sigue llamando a esa renovación ya comenzada de una ciudad distinta.
Con sumo interés invitaría a los onubenses capitalinos a que conocieran mejor su ciudad. Hace falta, además de los trasvases de aguas, que pongan seguridad al futuro hídrico, otro trasvase localista de los vecinos del centro de la ciudad a los barrios y lo contrario.
Cada vez que visito las barriadas con sus múltiples calles, muchas de ellas casi desconocidas para mí, me quedo asombrado, primero de la extensión de la ciudad y a continuación de ese asombro que me producen sus bellos rincones, plazas, jardines oculto en ese laberinto que nos van creando las nuevas urbanizaciones.
Mantener una ciudad que crece y crece, desde la arcas municipales es sin duda una aventura arriesgada y difícil, dentro de los presupuestos propios de una capital en la categoría que militamos en el ranking nacional. Pero seguimos avanzando con esfuerzos e ilusión.
Una ciudad que sueña con mejorar en su fisonomía urbana es apasionante. Los que tenemos algunos años, muchos, es lógico que disfrutemos en la añoranza de aquella Huelva que hemos vivido y por la que hemos luchado, transformándola desde un pueblo grande a lo que va siendo ahora, pero tenemos que reconocer que todo cambia y, como decía la letra de aquella zarzuela tan recordada, “hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad..”
Algunos puntos queridos de la ciudad siguen esperando su hora de renovación, de obras realizadas hace muchos años, que no quedaron a la altura.
Los barrios también esperan el turno y el casco antiguo se embellece y se hace más cómodo y moderno con las peatonalizaciones y las nuevas iniciativas…
Todos estamos unidos en la visión de una Huelva nueva, de perspectivas que nunca vimos como las realizadas en los paseos junto a la ría del Odiel, o como la soñamos en la zona del Ensanche. La ciudad sigue anhelante de su futuro y pasada las elecciones municipales, de cada cuatro año, nuestro espíritu mantiene todas sus esperanzas de bien llenas de amor por Huelva.
Hay que seguir luchando por esa Onuba que se muestra orgullosa de su Historia, de su pasado, de sus esfuerzos, de su afán de salir del olvido. No queremos una Huelva “bella y desconocida”, la deseamos conocida y atrayente.
Entramos en un tiempo renovado. El verano es un buen momento para analizar lo hecho y lo que nos falta, que es bastante. Una Huelva viva y llena de entusiasmo es la mejor definición para este rincón andaluz, tan privilegiado y tan escondido de cara al conjunto de provincias nacionales. Trabajo, comunicaciones, inversiones, más amparo del Gobierno, más acercamiento onubense sin ideologías partidistas, sin intereses ocultos. Una Huelva que en sus convicciones políticas haga más el amor y menos la guerra. Amén.
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