El principio metodológico de la “navaja de Ockham” se le atribuye al fraile franciscano y filósofo Guillermo de Ockham allá por el siglo XIV y lo que nos viene a decir es que ante cualquier problema o dilema la solución más razonable será la más simple o lo que es lo mismo: la explicación menos enrevesada suele ser la más probable.

Os cuento esto porque mi pasión por la novela negra y policíaca me ha llevado a imaginarme muchas veces desenlaces de muertes o asesinatos que no coinciden con la cruda y aburrida verdad, aunque las malas lenguas digan que la realidad siempre supera a la ficción.

“Hallan el cuerpo sin vida de un hombre de 38 años en la orilla de la playa”. Lo primero que piensas es en un ajuste de cuentas relacionado con la droga, un mafioso que tiró el cadáver de su competencia por la borda y no ató bien las cuerdas al peso muerto, una mujer que no soportaba a su marido porque la llevaba de pesca todas las tardes y le dio con el bichero en la cabeza o un pobre diablo que tras una noche de desenfreno, drogas y alcohol le dio por pensar en su ex-pareja lo que le hizo ponerse a llorar como un descosido y pensó que la mejor manera de borrar esa tristeza y desconsuelo era bañarse en las aguas sanadoras de la playa donde estaba. Glup, glup, … Lo más probable es que le diera un tirón en el gemelo, un infarto en mitad del baño matutino o un corte de digestión porque no esperó para bañarse las dos horas de rigor después del bocadillo de tortilla, la pimentada, las papas aliñás y las 5 cervezas.

Otro suceso que me da para pensar y que me pone los pelos de punta son los desaparecidos. ¿Cómo puede perderse tanta gente? En España cada día desaparecen una media de 61 personas. El 95% de los casos se resuelven con presteza pero un 5% están en paradero desconocido hace años y hasta décadas: son casos sin resolver. Si pensamos en la razón más simple es que se fueron a comprar tabaco y no volvieron.

Si aplicáramos la teoría de la navaja de Ockham a nuestra vida sentimental, por ejemplo, nos iría mucho mejor; los guiones de películas nominados al Óscar que nos montamos cuando no nos responde el pariente a los mensajes, a las llamadas o cuando simples gestos nos hacen dudar de todo. Bueno, para eso las mujeres tenemos un sexto sentido, pero tampoco es que nos sirva de nada ganar el Óscar: se pierde mucha energía.

Si llegas a tu garaje y hay un coche aparcado que no es el tuyo no te enfades, seguro que se han equivocado. Si tus amigos han ido a una casa rural y no fuiste invitado no es que no te soporten, es que no había más camas disponibles. Si tu madre quiere más a tu hermano que a ti asúmelo, es que fue su primer hijo. Si tu marido ya no te mira igual es que quizás tenga presbicia.

No te martirices, sé como Guillermo: hace más de setecientos años ya se dio cuenta de que no hay que complicarse tanto la vida.

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