La otra orilla
Andrés García
¡Dios, qué mundo!
Nunca me había dado por mirar mi top de canciones más escuchadas del año en Spotify hasta que Pedro Sánchez publicó el otro día una lista con las suyas. No coincidimos en ninguna, tengo que decir, no solo porque debemos ser muy distintos en esto de la música (y en más cosas, claro), sino porque lo mío no es real, sino el resultado de la mezcla extraña que se produce entre los gustos de un tipo de 50, los de un adolescente de 14 y los de una niña de 11. Con esa guisa, cualquier lista coherente es, como entenderán, prácticamente imposible: Manolo García, Bad Bunny, uno que se llama Canijo, Vetusta Morla, Rauw Alejandro, Shakira, Quevedo, Dorian, Rocío Márquez, Dani Fernández, Aute o un tal Sma$her, que tiene una canción hecha con pedos, son algunos de los artistas de mi top 2025. Mi lista no tiene título, al contrario que la del presidente, que con toda la guasa del mundo (no me dirán que no es un tipo fascinante) ha llamado a la suya “Monstruo 2025”. Dice, Sánchez, que el nombre le viene porque ha sido “un gran año”, y, hombre, si le quitas Gaza y Ucrania, Musk, Trump y el resto de zumbados que andan ahora dominando el mundo, las danas, el miedito que da ir al súper, lo difícil que se ha puesto vivir bajo techo, la polarización y el fango salpicándonos a todos, la vergonzosa gestión de la sanidad pública andaluza, las averías del tren de la bruja, los boquetes de la N-435, el cachondeo con el desdoble del túnel de San Silvestre, con los accesos al Chare de Lepe, con el Materno- Infantil, con el museo-no-museo del Banco de España, el edificio de Hacienda o las obras que no empiezan nunca y las que nunca terminan… Si le quitas eso y algunas cosas más, les decía, se nos está quedando un año cojonudo, tanto que dudo mucho que el 2026 que empieza mañana consiga mejorarlo. Ni tampoco 2027, ya lo verán. El año bueno, pero bueno de verdad, es el que nos espera en 2028. Ese sí que será impresionante. La locura absoluta. La felicidad hecha infraestructura. Ese año, dicen, van a empezar a circular los primeros trenes AVE, y nos abren el Materno-Infantil, y el Museo de Bellas Artes, y el edificio de Hacienda con su pequeño museo tartésico y no sé cuántas cosas más que nos van a dejar un final de década en Huelva que no la va a reconocer ni la madre que la parió, aunque no sé si el Gobierno y la Junta van a dar abasto con tanta inauguración, que digo yo que ya podrían haberse repartido un poco los hitos para tener algo que estrenar antes de las elecciones, en vez de tenernos esperando otra vez. Pero, claro, ¿quién le da la zanahoria al burro mientras siga arreando? Feliz 2028. Digo...
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