Siempre los pueblos, y las ciudades se han distinguido por plasmar en su fisonomía un lugar especial, dentro de su casco urbano. Normalmente este sitio ha sido, la mayoría de la veces,, marcando la popularidad de una de sus plaza más conocidas.

En Huelva, ni que decir tiene que la más popular ha sido de siempre la de las Monjas. Por muchos nombres que se le han dado en su variado nomenclátor callejero, para los onubenses ha sido siempre. la Plaza de las Monjas.

En verdad que en un siglo la plaza ha variado mucho en su aspecto, su trazado y en el mobiliario que siempre la caracterizó. Los bancos de hierro, las románticas farolas "made in Morrison", el templete de la música. la rosaleda de sus parterres, los kioscos en la cuatro esquinas y hasta la recordada Fuente Magna, sin olvidar lo que era el Banco de España, la panadería de Rosarito, el bar de doña Rosa, la imprenta de Guillermo Martin, la caja de reclutas, el despacho de la Renfe, etc que conformaban la vecindad durante muchos años de su disfrute.

Siendo alcalde Federico Molina, vimos una gran remodelación de la plaza y más tarde otra que fueron variando la configuración de mediado del pasado siglo.

Hoy tenemos un espacioso lugar, con templete para la Música nuevo, con una Fuente, que tiene olvidado su nombre en recuerdo a la hermandad onubense con Cadis y una inolvidables presencia arqueológica, enterrada, en las proximidades del Monumento a Colon. Plaza que sigue siendo el corión de Huelva, con una peatonalización cómoda en sus laterales y la belleza de sus palmeras que toda la vida acompañaron su luminosidad y afecto de los onubenses.

Me complace en volver la vista atrás y contemplar una plaza distinta y contar como era, cosa que hago en mis libros, para que las nuevas generaciones sepan que existió un pasado muy diferente a los días que ahora vivimos, en que también la plaza en su sencillez, seguía siendo el centro primordial de una ciudad alegre y confiada.

La proximidad del convento de Santa Maria de Gracia, con su más de quinientos años de existencia fue el alma y la vida de este lugar auténticamente nuestro.

Los que vimos un día abrir la Gran Vía, irse la plaza de San Francisco o derribar la calle En medio, somos testigos del pasar del tiempo por ese baluarte eterno de una Huelva, que siempre vivirá en nosotros.

Cuanta atención le prestemos a nuestra Plaza de la Monjas, siempre irá en beneficio del buen nombre y cariño de nuestra ciudad.

Ella, es centro y primera pieza urbanística de esas cuatro puntos cardinales que marcan nuestro mapa geográfico local.

Cuatro plaza con historia que se pierden en el tiempo y en los siglos: la de las Monjas, San Pedro, la Merced y tristemente ya, aquellas de la Soledad o la de San Francisco, que pasaron a mejor vida, en los eternos y agradecido recuerdos choqueros de antaño.

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