El milagro de Penrose

03 de septiembre 2025 - 03:07

Seguramente hayan visto en internet un vídeo en el que una chica baja una escalera hasta desaparecer, para aparecer en el lado opuesto subiéndola de nuevo. Cuando comprende que está en el mismo sitio, se echa la mano a la boca, ahoga un grito de sorpresa metiéndolo hacia dentro y corre a intentarlo de nuevo, consiguiendo, claro está, el mismo resultado. Antes de que salgan corriendo a buscarlo me gustaría adelantarles que el vídeo es un montaje. Lo que ocurre es sencillamente una situación imposible basada, eso sí, en un planteamiento matemático real, una figura geométrica, la escalera de Penrose, que inventaron el matemático Lionel Penrose y su hijo, el físico Roger Penrose, en 1958. Padre e hijo dieron con lo que se ha denominado una figura imposible. Una paradoja visual en forma de escalera que parece subir o bajar continuamente sin llegar nunca a ningún nivel superior ni tampoco inferior. El truco consiste en que, aunque a simple vista parece una escalera coherente, en realidad solo puede existir como dibujo en dos dimensiones porque sería imposible reproducirla en el espacio físico. Eso dice la teoría. Sin embargo, hay un lugar en el mundo, un único espacio extraño e irrepetible, un punto exacto en el universo, uno solo, en el que la escalera de Penrose funciona de verdad. Únicamente allí, en ese rincón concreto del cosmos, en ese espacio específico y en medio de sus propias y excepcionales circunstancias, es posible que miles de personas lleven treinta años dándole vueltas en bucle al mismo sitio sin que hayan llegado nunca a ninguna parte. Solo aquí, en esta localización precisa de la Creación, han conseguido, a la vez, subir y bajar la misma escalera a perpetuidad. Aquí, en esta tierra extraña, en este improbable rincón del continuo espacio-tiempo, se ha obrado el milagro, así que la próxima vez que te digan que la escalera de Penrose no existe en el mundo real, recuérdales que en Huelva sí, y a quien no se lo crea lo mandas a buscar al BOE, al BOJA o a la hemeroteca hasta que descubra, tapándose la boca con la mano para ahogar el grito de sorpresa, que aquí hay gente que puede licitar varias veces el mismo proyecto y hacer como si siempre fuera la primera vez, hacerlo llegar al siguiente trámite y luego volver al principio para decirnos que muy pronto lo licitará de nuevo obviando, por supuesto, que ya lo hizo antes. Nos queda el consuelo de que, aunque la geometría lo permita, la física dice y redice que no hay ninguna estructura, ninguna, que permita subir indefinidamente sin avanzar en altura al menos un poco. No pediremos más para este nuevo curso político, ¿vale? Solo que avancemos un poco. Un poquitito nada más, por favor.

Sáquennos de aquí.

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