SI la infancia de Machado es el recuerdo de un patio de Sevilla, la mía está hecha de papel. De hojas contables tras las que pintaba cómics y portadas inverosímiles y de muestras de papel amarillento de rotativa que cortaba en cuartillas y luego grapaba para escribir historias dentro. Hay cosas que vienen dadas de nacimiento, como cuando vienes al mundo siendo un hijo de Putin, así que en mi caso la cosa acabó como se esperaba: escribiendo en un periódico, que curiosamente es el mismo que tienes ahora en las manos, o frente a ti, en la pantalla. Huelva Información es una parte esencial de mi vida. Con pocos años ya recorría sus pasillos de la mano de mi padre, y mucho más tarde lo hacía solo, como un hombrecito asustado, dando mis primeros pasos en esto de trabajar para ganarse uno la vida. Aquí recibí, cada día, las mejores lecciones de Periodismo. Y lo hice de la mano de los mejores. Aprendí de la valentía de Merchán y el temple de Peinazo, de la experiencia de Chacho, de la calidad de Rafa, la profesionalidad de Serradilla, la vocación de Helenio y Yolanda, de la tranquilidad de Gamero y la sabiduría de Espínola en el momento mágico de un revelado. Compartí, con buenas personas, momentos que, de una manera u otra, forman parte de la persona que soy ahora: Gaona y Manolito, María Clauss y José Antonio, Belén y Sugrañes, Juan Aurelio, Padua, Carmelo, Vicente, Jorge, Antonio, Piluca, Juan Manuel, Miguel Ángel y Carmen, Joaquín, Mané, Juanito, María José, Bony, Julián, Tere y Mar, Ronchel, Katy, Camacho, Pilar, Mari Carmen, Kiko, María Isabel, Pepe…

Huelva Información, decía antes, ha sido siempre parte de mi vida. Lo fue antes y lo es ahora, aunque supongo que eso, querido lector, te la repanfinfla. Lo curioso, lo que quizás no sepas o en lo que a lo mejor no has caído nunca, es que también forma parte de la tuya. De tus últimos cuarenta años, si es que los has cumplido (suerte, si no), y de los últimos cuarenta años de una provincia que hoy no se entendería sin su presencia. Huelva Información no es el periódico de Huelva por casualidad, sino porque es su memoria y también su músculo. Porque forma parte de su alma, de su carácter. A lo mejor es por eso mismo, por esa autodestructiva personalidad que tanto nos caracteriza a los onubenses, por lo que hemos tardado cuarenta años en empezar a darle al periódico el sitio que merece. La medalla de la UHU es el reconocimiento al trabajo callado, discreto, sufrido, intenso y comprometido de un montón de gente que desde hace cuatro décadas han conseguido, y lo siguen haciendo cada día, dignificar el periodismo local y demostrar que es posible, aunque sea muy despacio y enfrentando pocos aprecios y mucho desprecio, cambiar las cosas desde las supervivientes páginas -siempre es mejor en papel- de un sencillo periódico que debería ser para nosotros el más grande, el más fuerte, el más alto y el más guapo. El mejor, por ser el nuestro.

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