El lado bueno

Ana 
Santos

María de Zayas ‘La Invisible’

20 de noviembre 2025 - 03:07

María de Zayas nació en el Madrid de finales del XVI, en un mundo donde una mujer que se atreviera a pensar en voz alta era casi un acto de rebeldía. Y aun así, escribió dos obras que hoy siguen sonando como bofetadas de realidad: Novelas amorosas y ejemplares y Desengaños amorosos. En ellas no hay príncipes ni castillos luminosos; hay mujeres atrapadas en matrimonios que las asfixian, violencias que todos fingían no ver y una crítica feroz a esa palabra tan sacrosanta del Siglo de Oro: el “honor”, que casi siempre significaba controlar a las mujeres y callarlas. Zayas no maquillaba nada, contaba lo que veía, lo que vivían tantas y lo que nadie quería admitir.

Esa valentía tuvo un precio. Fue incómoda para su época, para los censores y para los señores de la pluma que preferían historias dulces y dóciles. Su obra sufrió silencios, recortes y un olvido que acabó filtrándose incluso en la escuela. ¿Cuántos crecimos sin saber que en pleno siglo XVII había una mujer escribiendo con más claridad sobre desigualdad y violencia que muchos autores modernos? No estudiarla es una pérdida cultural y, francamente, una injusticia.

Y lo sorprendente es cómo su historia encaja con lo que está pasando ahora en Estados Unidos. En Nueva York, tras el nombramiento del nuevo alcalde, ha surgido una corriente de voces cuestionando la capacidad de las mujeres para votar “con criterio”, porque muchas de las que le dieron la victoria fueron jóvenes y progresistas. Ahí está el déjà vu histórico: cuando las mujeres hablan, votan o deciden, aparece rápidamente quien quiere explicarles por qué no deberían hacerlo. Cambian los micrófonos, cambian los eslóganes, pero el fondo es el mismo que conoció Zayas: poner en duda la inteligencia, la autonomía o la legitimidad de una voz femenina.

María de Zayas nos recuerda que la literatura puede ser testigo y arma; testigo de la violencia cotidiana y arma para nombrarla. Si no la estudiamos en el colegio, perdemos una herramienta valiosa para formar mentes críticas frente a las justificaciones de siempre.

Su obra no es sólo literatura; es una herramienta para entender cómo se fabrican las desigualdades y cómo sobreviven, incluso disfrazadas de análisis político. Zayas nos recuerda que la censura no siempre viene con sello oficial: a veces aparece en tertulias, artículos y discursos que, con mucha solemnidad, insinúan que la mitad de la población no sabe lo que hace. “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. Dos pasitos para delante y uno para detrás, es lo que nos toca. Que tenga usted un buen día.

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