Para llorar

28 de octubre 2025 - 03:07

Pedro Sánchez ha acaparado unos niveles altísimos de rechazo popular, como se percibe cada vez que él sale a la calle o cada vez que usted o yo salimos a la calle. Asombra ver con la soltura que lo insultan –en cuanto aparece en el televisor del bar o en la conversación– gentes que no tienen pinta ni de seguir la política al minuto ni de ser talmente conservadores. En España se raja de Sánchez en público sin miedo a que nadie te contradiga ni necesidad de gastar prudencia por ofender los sentimientos políticos de ninguno de los presentes. Lo insultan hasta sus socios íntimos.

Teniendo en cuenta esta situación de hartazgo, alentada por su correosa resistencia sosteniéndose en el poder a pesar de escándalos y de falta de presupuestos, no me extraña que la gente se ilusione con la posibilidad de que por fin Puigdemont le retire el apoyo y lo deje caer. También hay quien baraja la posibilidad de que sea el PNV, si no, el que le corte la respiración asistida.

Aunque lo entiendo, yo no soy nada propenso a celebrar esta concreta e hipotética caída de Sánchez. Por dos razones complementarias. La primera es que no me fío. La amenaza de dejarlo de la mano ha sido la manera de los partidos nacionalistas de cogerle la mano y ganarle por la ídem. Le han sacado hasta el higadillo a base de decir que nos vamos, nos vamos… y luego no irse, pero llevándoselo crudo. Cuanto más han amenazado, más se han llevado. ¿Será diferente ahora? Nos consta que Sánchez, hoy, entre sus problemas con las encuestas y sus problemas con la justicia, está más deseoso que nunca de pagar el peaje que sea con tal de atrincherarse en el poder.

Aunque parezca increíble, todavía más triste es la segunda razón. Si al final son sus socios nacionalistas los que se cuelgan la medalla de dejar caer al que nos echaron encima, dejarán en evidencia, como remate de toda la jugada, a todos los que nos hemos opuesto a Sánchez por derecho. La caída de Sánchez será un fracaso, aunque indirecto, de la oposición. Uno diría: ¿Qué importa, con que caiga? Importa: estas cosas van socavando la confianza de la gente en la derecha y su fe en su mensaje y la esperanza en su capacidad de convencer a la gente. Tener que agradecer a Puigdemont que nos libre de Sánchez, después de que nos lo ha metido con calzador, sería el colmo.

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