Si oye hablar de los "clásicos", puede que sea como referencia a los enfrentamientos futbolísticos entre dos "grandes" del fútbol; o bien se comenta sobre la literatura que sobrevive a las modas y, hablando de modas, hay estilismos en el vestir que perduran para siempre y solo por ello merecen el adjetivo "clásico".

Hoy nos quedaremos con una acepción de lo clásico: esos inevitables días de verano que a veces, como este loco año, nos sorprende por las altas temperaturas que originan y dando motivos para las quejas, fatigas y una vida con rutinas diferentes, aunque solo sea por unos días. Señoras, señores, ha llegado un clásico: la "kaló".

Los que somos y vivimos en Huelva, como prácticamente en toda Andalucía, conocemos bien el protocolo de las altas temperaturas y hasta las reacciones del personal: Están los que no salen de casa sin el pack de agua y abanicos y los que, mejor aún, ni salen. Los hay que trabajan en la calle y los que lo hacen en casa, refrigerio incluido; están los muy vulnerables y los que intentan aguantar.

Lo que hace diferente esta situación, reside en lo discriminatorio que resulta. Los Centros Comerciales, los bares, los restaurantes, los cines, los coches, los despachos… , todos ellos con aire acondicionado, se convierte en un cobijo indispensable para quienes padecen las altas temperaturas. Los clientes (de lo que quiera que sea) consumen o trabajan con gusto, conducen sin calor… Lástima que en los centros educativos no sea esto posible. Debe ser el único lugar en el que no exista la posibilidad de refrescar, por justicia, a los trabajadores. En cualquier centro se dispone de medios para luchar contra las temperaturas adversas, mientras que entre los familiares se comenta: "Total, son tres días". Mienten.

El alumnado se arriesga a un golpe de calor, pero eso "no es importante" y cuando alguien ose pedir una explicación, se le contesta con un "es muy poco tiempo, no merece la pena". A los escolares se les impide disfrutar de una necesidad básica: una temperatura que les permita vivir con normalidad. Pero… "siempre se ha hecho así". Al profesorado, inhumanamente tratado, se le pide que enseñe al alumnado, que les motive, y que mantenga el orden mientras los niños sudan y salen al recreo a 40º.

Una situación tan injusta que no conmueve ni a las familias, ¿Cómo va a afectar a los responsables políticos o municipales? En junio y septiembre, el alumnado se compone de niños del s. XXI tratados como en el XIX.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios