Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
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Mientras los líderes políticos y sus cohortes de militantes acríticos, simpatizantes fanáticos y periodistas de cámara, más empeñados en la agitprop que en la información, siguen enfangándose en buscar culpables en lugar de poner en marcha soluciones a los devastadores efectos de las riadas, dos chavales de once años, Izan y Neizan, nos han dado una lección de voluntad, eficiencia y bonhomía que debería sonrojar a quienes dicen dirigirnos. Ver a dos niños buscando a quien ayudar por las calles inundadas de Picaña armados tan solo de un carrito de supermercado cargado de provisiones, agua y mascarillas, unos guantes y unas botas llenas de barro, nos devuelve la confianza en la Humanidad. Y no sólo por el hecho en sí, sino por cómo lo llevan a cabo. Sin perder la sonrisa entre tanta devastación. Porque la vida sigue. Ha de seguir. He visto imágenes de niños jugando al fútbol en una calle embarrada y a otros toreando a un amigo por naturales con una muleta y usando de burladero un mueble desvencijado por la crecida de ríos y torrentes.
Lo fundamental ha de ser honrar a nuestros muertos y devolver la normalidad a los miles de afectados. Pero no parece esa la prioridad política en lo que ahora llaman “ganar el relato” y que siempre se resumido en ponerse de perfil y echar la culpa a otro. Y si no, a las brujas, los duendes o los dioses. Aunque como dice Casio a Bruto en el Julio César de Shakespeare: «Es de su suerte dueño el hombre, no es culpa de los astros, es culpa nuestra si vivimos siervos». Parece mentira que nos dirijan personas incapaces de diferenciar lo urgente y necesario de sus propios intereses personales y políticos. Lamentablemente, si preguntas a alguno de ellos , esa ignominia es siempre del adversario. Además de todo, ciegos a la realidad.
No es difícil actuar correctamente. El general Eisenhower ganó una guerra en los cinco continentes aplicando estas cuatro sencillas reglas: Si es urgente e importante debe realizarse de inmediato. Si es importante, pero no urgente, puede analizarse la situación y ejecutar en su momento las tareas necesarias. Lo que es urgente, pero no es importante, debe delegarse. Y lo que no es urgente ni importante, no tiene ningún sentido y debería descartarse. Es triste comprobar que Izan y Neizan, a sus diez años, están más cerca de la grandeza de Eisenhower que los señores Mazón y Sánchez y todas sus legiones de ministros, consejeros, asesores, jefes de prensa y demás titiriteros de la política.
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