La ínsula barataria

Tratar de prever lo que ocurrirá dentro de treinta años es simplemente imposible

Para todos aquellos que seguimos teniendo el placer de leer el Quijote de vez en cuando, disfrutando de sus enrevesadas desventuras, la ínsula Barataria es quizás uno de los símbolos que más trasciende a la actualidad. En ella un pobre y desdichado escudero, bajo engaño de unos malvados duques, es embaucado y convertido en el gobernador Sancho y se enfrentará a la gestión de un idílico territorio con curiosos lugares y hermosos manjares. En esta historia hasta la propia iglesia se apartaba de tales engaños porque no soporta que se tratase así al iluso individuo. Hoy vivimos la presentación del programa 2050 por parte del presidente Sánchez, una mezcla entre un mundo ideal y el regreso al infierno fiscal del futuro, impulsada desde el inframundo de Moncloa y donde algunos personajes importantes de nuestro país no soportaron ir a su presentación ante tanta ensoñación prevista.

Tratar de prever lo que ocurrirá dentro de treinta años, teniendo en cuenta la velocidad de los acontecimientos y las capacidades humanas, científicas y tecnológicas existentes es, simplemente, imposible. Basta con hacer un pequeño ejercicio mental sumamente simple: viajemos treinta años atrás y veamos que cosas no podríamos predecir. Sin ir más lejos, en 1991 internet solo existía en algunos centros de investigación, lo cual haría inimaginable la capacidad de acceso a la información y el intercambio de datos que hoy tenemos. Por otra parte, tampoco existían Podemos, Ciudadanos o VOX, con lo cual hubiera sido ilusorio predecir la situación política actual. Solamente en ese año ETA asesinaba a 46 personas y vivía sus peores años de plomo, por lo que tampoco sería fácil predecir su desaparición posterior, y menos aún sus alianzas actuales. Todos estábamos ilusionados con las Olimpiadas de Barcelona, por lo que el sentimiento de apoyo a cada una de las iniciativas catalanas era compartido, lo cual dista mucho de la complicada situación independentista con la que hoy nos encontramos. Y para terminar convendría pensar que, por entonces, una pandemia como la actual era absolutamente inimaginable.

Cuando, con todos nuestros conocimientos actuales, apenas podemos predecir el clima que hará en los próximos tres días ¿quién puede siquiera tratar de augurar lo que pasará dentro de treinta años? Como bien concluiría el escritor alemán Eckhart Tolle: "Creas un buen futuro creando un buen presente".

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