El lado bueno

La importancia de encontrar el túnel

Que puedas obtener una recompensa con tu pasatiempo, será extraordinario, pero que no dependa tu economía de esa actividad, así la esencia seguirá intacta y entera El lado bueno: Sólo finales felices, por favor

Mi amigo Vicente Ramos

Mi amigo Vicente Ramos / A.S.

Todo ser humano debería conocer esa actividad, pasatiempo o afición que hace que se adentre en un túnel mágico donde el tiempo se detiene, se olvidan los problemas y no se es consciente de si es de día, de noche o de si ya toca una ducha.

El nivel de satisfacción resultante depende del tiempo que puedas meterte en el túnel; si tienes mucho tiempo libre serás un privilegiado porque seguramente dedicarás parte de ese tiempo a hacer lo que más te gusta. Hay variables que inciden directamente en la disponibilidad de ese tiempo, como puede ser el trabajo, la familia, compromisos sociales y si eres o no el presidente de la comunidad de vecinos.

Habrá almas inocentes que digan que son unos privilegiados porque trabajan en lo que les gusta, y han convertido su hobby en una fuente de ingresos. No estoy muy de acuerdo aunque sí comparto la satisfacción que produce este hecho, ya que estás dedicando horas del día a hacer algo con lo que disfrutas, pero se convierte en una obligación porque necesitas el dinero para poder reformar el baño y poner un plato de ducha.

La obligación es como una catana que le corta la cabeza a la esencia del túnel; no quiero ser muy radical, yo soy más de grises, pero con este tema me posiciono claramente: que puedas obtener una recompensa con tu pasatiempo, será extraordinario, pero que no dependa tu economía de esa actividad, así la esencia seguirá intacta y entera.

Paco toca la guitarra, pesca y le encanta recitar Haikus mientras busca setas por el campo

Mi amiga Rocío se pierde en el maravilloso mundo de la costura, Juana disfruta subiendo y bajando montañas, Paco toca la guitarra, pesca y le encanta recitar Haikus mientras busca setas por el campo. Mi túnel es como el sistema de alcantarillado de la ciudad de Nueva York, mi capacidad de esparcimiento es infinita; quizás por eso a veces no me centro en lo que me gustaría, pero soy una privilegiada ansiosa de que el universo le regale un euromillón para poder atender a los cocodrilos hambrientos que viven en los túneles subterráneos de la gran ciudad.

Antes de seguir con mi cháchara hago un llamamiento a las que poseen prendas confeccionadas por Rocío para que empiecen a soltar la pasta, porque no os ha hecho un monedero con una corbata vieja, os ha hecho un traje de gitana que parece sacado de la pasarela Cibeles, así que apoquina, desembolsa y agradece, que el que paga descansa y el que cobra más.

Mi amigo Vicente, que es muy buena gente, hace rutas con su moto, sale a pescar, colabora con una ONG, lee, es un apasionado de la música brasileña y no hace el pino puente porque no le dan las rodillas para tanto. Tiene 78 años pero dice que él se quedó en la cincuentena. Yo de mayor quiero ser como él, pero con pelo.

Una lista interminable de beneficios nos aporta meternos de cabeza en el túnel que hemos elegido. Si aún no lo has descubierto ponte a ello porque serás dueño y señor de un universo paralelo con dimensiones ocultas que harán que te olvides de la vecina de arriba que está cambiando la bañera por el plato de ducha. ¡Feliz jueves!

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