Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
No sé si han visto alguna vez a un hámster dando vueltecitas en su rueda. Supongo que, si no en vivo, seguro que alguna vez lo han visto en la tele o en Youtube o en alguna plataforma de esas que nos ponen vídeos uno detrás del otro para que no podamos pensar ni tengamos tiempo de ver otra cosa hasta que al final todo lo que dure más de un minuto nos parezca aburrido y terminemos haciéndonos adictos a los vídeos-uno-detrás-del-otro y estemos todo el rato ahí, atrapados en su web o su app o a lo que sea, que al final es lo que quieren. Les decía, perdón por divagar, que si lo han visto entenderán a lo que me refiero. La gracia de verlo ahí, correteando, pasándoselo pipa venga a darle vueltas a la rueda sin hacer nada más. Mirarlo resulta casi hipnótico, fascinante, y uno no puede menos que admirar ese ímpetu suyo, ese empeño que ponen en hacer tan insistentemente una cosa que no lleva a nada. Esa energía infructuosa. Me recuerda a nosotros, ¿saben? Debe ser un poco así como nos ven a los de Huelva todos esos que nos miran desde Madrid o Sevilla. Yo los imagino observándonos con sus sonrisas cínicas, dándose codazos y señalándonos con el dedo, divertidos, alucinados con esta insistencia nuestra en no llegar a nada.
El profesor Juanjo García del Hoyo (síganlo ya, si no lo hacen) ha recopilado algunos de los titulares que ha ido publicando la prensa provincial en los últimos treinta y pico años acerca del AVE a Huelva. Un ejercicio de memoria que con mucho gusto le mandaría al ministro Óscar Puente para taparle la bocaza esa suya y entienda por qué estamos como estamos aquí con el dichoso tren, pero que, sobre todo, nos demuestra cuantísimo tiempo llevamos viviendo un engaño reiterado, un humillante día de la marmota, no solo por parte de los ministros, las ministras y sus gobiernos de todos los colores, sino, lo que es peor, por quienes decían que nos representaban y velaban por nuestros intereses y los que lo hacen ahora, que en algunos casos son hasta las mismas personas.
La primera vez fue nada menos que en 1989. Mi querido Chacho Ruigómez firmaba un artículo en el que contaba que el entonces alcalde, Juan Ceada, había dicho que el AVE llegaría a Huelva en 1991, fité, y desde esde entonces han ido una detrás de otra. En el 2000, Arias Salgado prometía el pack completo, AVE y aeropuerto, ante la atenta mirada de Pedro Rodríguez, e incluso se llegó a licitar el primero de muchos estudios informativos, aunque no pasó nada hasta 2007, cuando los de ZP anunciaron una nueva licitación relacionada con el proyecto, y luego vino Magdalena Álvarez a enseñarnos la maqueta de la estación de Calatrava, que al final fue un apeadero que nadie iba a permitir pero que terminó inaugurándose con una orgullosa (y onubense) Fátima Báñez de ministra de Rajoy.
En medio, más promesas, y después ha habido otras, y más mentiras. Y, mientras tanto, nosotros, aquí, seguimos dándole vueltas a la rueda como el pobre hámster, que, no sé a ustedes, pero a mí siempre me ha parecido, más que divertido, un poco cruel jugar así con la ilusión del animal de llegar a alguna parte. Con su esperanza, su ansia innata de un futuro mejor. Con eso, señores diputados, no se juega, que está muy feo.
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