NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Tengo que comenzar mostrando mi disconformidad con una frase entresacada del último discurso de Felipe VI y que ha tenido gran difusión: “No debemos mirar a la Transición desde la nostalgia”, nos venía a decir
Pues bien, nunca es negativa la nostalgia cuando sirve como experiencia para superar errores que sirvan para mirar el futuro con esperanza.
Quizás, esa frase pueda interpretarse, al menos yo lo hago, como un intento de no beligerancia con los adversarios del espíritu constitucional del 78 al que debe en una gran medida su estatus actual y de ahí, sale mi segunda consideración, una teórica “mala conciencia” por haber escondido en las celebraciones del 50º Aniversario de la admisión de Juan Carlos I como referente principal para la Monarquía Parlamentaria que habría de venir, tal vez las cuestiones “políticas” hayan tenido que ver en ese oscurecimiento de la figura paterna, lo cual, no impide reconocer los desaciertos, errores y la autoconsideración de impunidad que “adornan” al Emérito, aunque lo cortés no quita lo valiente.
Dicho esto, si lo citado es desacuerdo lo del “gran desconocido” es verdadera indignación porque ya está bien que desde los cambios de opinión, los encierros para la reflexión, el levantamiento de muros y el rechazo por “extremistas” de los adversarios, los mensajes sean siempre de maldad -lugar equivocado de la historia- vienen a decirnos sin explicar por qué el es el buenísimo, cuando todo lo que a él le afecta son bulos y mentiras que la realidad legal viene desmintiendo.
Hablo de indignación porque se llevan muchos años faltando al respeto a la inteligencia popular para hacernos llegar o acercarnos a la duda sobre la capacidad o incompetencia de quien pretende convencernos, por la vía de la victimización, de que: no conoce, no le constan, … las maleficencias de sus más directos e íntimos colaboradores, tras más de varias decenas de miles de kilómetros, primarias internas con urnas escondidas o votos duplicados, con escapadas a casas rurales en fines de semanas, celebraciones sorpresa de cumpleaños, mensajes solidarios privados… por supuesto, sin olvidar la rendición política frente a los socios para no perder el Poder.
Ni le eran desconocidos, ni le han sorprendido y de haberlo hecho, han conseguido evidenciar que además de mentir, el narcisismo no es vía de permanencia en el Poder.
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