NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Es evidente que no tengo el gracejo ni la capacidad para ironizar necesaria como para poder ser ministro, eso sí que es un sarcasmo, del Gobierno presidido por un “figurante”, que es para lo que ha quedado nuestro Presidente, según vemos el panorama geopolítico actual.
Hay que tener poca sensibilidad y empatía como para en un momento trágico como el que se está viviendo, sacar –como decimos por aquí– todo el “malaje” del prepotente o quedarse en la piscina “para no interferir las actuaciones sobre el terreno”, ¡qué gran verdad! cuando aparece, no va más allá que de aludir a la responsabilidad de otros antes que a la suya, sabedor de que su cohorte mediática exaltará lo negativo de los demás y no la incompetencia gubernamental.
No se gobierna, no se legisla y no hay ni presupuesto para hacerlo. Las crisis, ponen a prueba la capacidad de respuesta cuando no se está en un Estado fallido, claro que cuando el lema básico tiene origen “zapateril”: “nos interesa la tensión” queda todo dicho.
A partir de ahí ZPedro, como durante algún tiempo le llamaba, aparte de su deriva y dependencia ideológica de sus socios, quiere como en su día ZP, ser el “pepito grillo” anti USA, antisionista, les compro armas, prointereses chinos, sometido a la influencia de Puebla, dubitativo con la OTAN, ni sí ni no con Ucrania… sin rendir cuentas sobre la gestión de los fondos “next generation” procedentes de la UE, donde ya –a pesar de “ursulita”-, lo van calando, la falta de contactos diplomáticos con muchos países para no quedar a la sombra del Rey, nos han hecho perder la fiabilidad propia de un país democrático y colocarnos en un papel no secundario sino peor, de mirón cual figurante, sin ningún rol fundamental que desarrollar.
Por fin, un temor y ojalá me equivoque. Al igual que se celebran los 50 años de la muerte de Franco, ¿sería extraño que al Monarca marroquí se le ocurrieran algunos “fastos” recordatorios dela Mancha Verde?.
Ojalá no lo haga porque sufriríamos la soledad en la que estamos, la dependencia que tenemos de Marruecos por la ruptura con la ONU, sobre el tema sahariano y la pérdida de nuestra fortaleza geoestratégica ante el mundo occidental. Comenzamos a verlo, si no, miren a los puertos de Algeciras y Tánger.
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