El pasado fin de semana ha estado lleno de insultos y amenazas por parte de la ultraderecha española, que celebraba una especie de festival de los horrores en Madrid. En ese acto diseñado para mayor gloria de Santiago Abascal participaron los y las principales líderes del fascismo europeo y mundial. A las ya conocidas Meloni y Le Pen, se les unieron un ministro de Netanyahu y el argentino Milei, amigo de motosierras y de charletas en el más allá con perros muertos. Ese tipejo es presidente de Argentina y ha llamado representante del maligno en la tierra al Papa Francisco –sí, el Papa al que Abascal llama el ciudadano Bergoglio–, terrorista al presidente de Colombia y corrupta, el día que la guardia civil ha mandado un informe al juez desechando cualquier indicio de delito, a la esposa de Pedro Sánchez.

Ese señor que, desgraciadamente gobierna en la Argentina, ha suspendido los programas contra el cáncer, ha subido la pobreza en un doce por ciento, ha subido el sueldo de los diputados, ha clausurado la inversión pública, ha declarado que la justicia social es una aberración. El señor Milei tan amante de lo privado ha pagado su viaje a la fiesta de Abascal con fondos públicos, esos que ha quitado a los enfermos de cáncer y a la sanidad pública. No gasea pero deja que las personas mueran por falta de recursos. ¡Viva la libertad, carajo!

Ese personaje ha sido la estrella del acto fascistoide de Vista Alegre, el Messi de los racistas, machistas, homófobos y amantes de las dictaduras. Al igual que Abascal niega la dictadura de Franco, también niega que en Argentina existieran Videlas y Galtieris. Pero lo preocupante no es que venga a España, insulte al presidente del gobierno y a su esposa, se entreviste con empresarios españoles o haga un viaje privado pagado con los fondos públicos de un país que está arruinando. Lo preocupante es que haya gente que lo vote, que le ría las gracias, que lo aplauda.

Aprendamos la lección. Milei fue elegido presidente hace seis meses y, aparte de sus perfomances, lo único que ha hecho ha sido arruinar más si cabe al país, alentando políticas contra las mujeres y los colectivos LGTB, destrozando la sanidad, las pensiones y la educación, así como al Estado. Abascal y el fascismo europeo harán lo mismo que su estrella invitada. No seamos fascistas, no seamos imbéciles. Desterremos a la ultraderecha de nuestras instituciones. Nuestra dignidad y nuestra vida están en juego.

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