Brindis al sol
Alberto González Troyano
Mejor por escrito
El inspector Menéndez lo miraba con compasión. No le creía, claro, pero notaba ese pellizco en el estómago que a menudo le advertía de que algo no iba del todo bien. ¿Y si -pensaba-, aquel tipo no se equivocaba, o no del todo?
-Repítame eso -insistió, de pie frente al testigo, moviéndose de un lado a otro con los brazos en jarras y la mirada fija en algún punto del suelo entarimado.
-Se lo vuelvo a decir, señor inspector: se los han llevado a todos. Estoy seguro. ¿Sabe la nave esa que está vigilando la NASA, que dicen que es un cometa? Atlas no sé qué, se llama. Pues le digo yo que de cometa nada, que nos ocultan la verdad y yo sé por qué: porque son los extraterrestres, que están preparando una invasión, y nosotros somos sus conejillos de Indias. Están midiendo nuestras fuerzas antes de atacar. Aquí mismo.
-De acuerdo, esa es una teoría suya y me parece muy loable, pero ¿exactamente qué fue lo que dice usted que vio? Deme hechos -exigió, paciente, Menéndez.
-Verá. Estaba justo ahí, en el portal de enfrente tomándome un vinito cuando, de repente, bajó una luz enorme del cielo y se los llevó. Y ahora les han sorbido el cerebro o a lo mejor los han reemplazado, como en la película esa de los ladrones de cuerpos, ¿se acuerda? Pues igual.
-Pero es que una invasión alienígena... ¿Lo entiende, no? Está usted denunciando una cosa muy rara, y es que ni siquiera ha desaparecido nadie. Los veo por la tele, los escucho en la radio y leo lo que le dicen a la prensa.
-¡Claro, porque se parecen, pero no son ellos! Créame lo que le digo, que llevo meses observándolos. Se comportan raro, moviéndose como zombis, sin saber qué hacer, y de vez en cuando reciben alguna orden desde la nave y entonces salen a decir sus cosas. Sin mucha convicción, usted me entiende: que si hay que ver Juanma Moreno, que si qué bien va España, que Pedro tal y los bulos cual, que si la jornada laboral y el sionismo… Dese cuenta: de las cositas de aquí no dicen nada. Ni pío. Y mire que hay dónde agarrar, ¿eh? Yo lo que creo es que los extraterrestres no tienen ni idea de lo que pasa en la provincia (que es normal, también le digo), y les mandan información al tuntún… Como muy genérica…
-Ya. Si yo no digo que no estén desnortados. Entiéndalo usted también, después de tanto tiempo manejando el cotarro… Pero de ahí a que haya una invasión... Yo es que esto no lo puedo tramitar, de verdad que lo siento.
-Usted mismo…
-Hora de irse, amigo. Haga el favor y cuídese. Y deje el vino, hombre -se despidió-. Domínguez, volvamos a comisaría -ordenó, y enfiló la calle La Palma abajo, sin mirar atrás pero con la escalofriante certeza de que alguien, una silueta siniestra, lo observaba fijamente desde la puerta de la sede.
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