La estructura imposible

Nos encontramos en una fase transitoria de redefinición del modelo productivo que aún estamos a tiempo de optimizar

No es casualidad que tras el primer análisis de los efectos de la pandemia en la economía mundial, España lidere el ranking de los países donde más afectada ha quedado su economía y es que, cuando las cosas se llevan a sus extremos, es cuando quedan patentes las deficiencias.

Saltan las alarmas cuando esta estructura que se ha demostrado débil e insostenible en momentos de crisis económica, es hacia la que nos estamos dirigiendo en nuestra economía provincial. La economía española, de manera más marcada en el sur, se caracteriza por centrar su actividad en el sector servicios, especialmente el turismo, en la agricultura y en último lugar en la industria; por el contrario, si analizamos los modelos económicos de las primeras economías, nadie pensaría en Alemania, Reino Unido, EEUU o Japón como países eminentemente turísticos o agrícola.

Esta estructura de mayor peso en los sectores primarios y terciarios frente al industrial es la que se reproduce en Huelva cada vez con más intensidad, esto no quiere decir que tengamos que renunciar a nuestra producción de frutos rojos situados a la vanguardia mundial en cuanto a técnicas de producción, ni dar la espalda al desarrollo del potencial turístico, lo que quiero decir es que hay que enfocar los sectores mirando al futuro y en este enfoque nos encontramos en una fase transitoria de redefinición del modelo productivo que aún estamos a tiempo de optimizar. De esta manera, la agricultura debe mirar hacia la agroindustria, invirtiendo en desarrollo de productos de alto valor añadido dando salida a los excedentes de producción. Tenemos el ejemplo de Almería y Murcia, donde supieron anticiparse con las ensaladas y otras verduras listas para consumo. La agroindustria es una barrera contra la sobreproducción con la consecuente caída de precios.

En cuanto al turismo debemos aprender de los errores de otras zonas, aquí no hay casinos, ni grandes discotecas, ni salas de fiesta, pero tenemos lo que otros no tienen, parajes naturales vírgenes, zonas poco masificadas, playas muy apreciadas por las familias, aprovechemos nuestros elementos diferenciales, pero no tratemos de competir con la Costa del Sol, sin renunciar a las infraestructuras básicas de cualquier modelo turístico, aeropuertos, trenes de llegada y comunicaciones con nuestras provincias limítrofes, todo por hacer.

Sobre todo, tenemos que buscar un relanzamiento industrial, pieza clave en este modelo, proyectos medioambientalmente sostenibles y distribuidores de riqueza a través de la industria auxiliar y de empleos bien remunerados, pero sin perder nada de lo que ya tenemos.

Podemos hacerlo y tenemos dos oportunidades que no podemos dejar escapar: se llaman proyecto CEUS y ZAL Puerto de Huelva. Huelva tiene una realidad muy difícil, pero un futuro esperanzador si hacemos bien las cosas. La otra alternativa, mejor no pensarla.

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